El semáforo de Vilanoviña comienza a funcionar en pruebas para garantizar la seguridad de los peatones

Todavía en fase de pruebas y a falta de que se instale el paso de cebra previsto, en breve se activará un semáforo que podrá ser regulado por los peatones que crucen esta vía, lo que supondrá otra limitación y, en consecuencia, retardará el viaje entre las dos ciudades.

En los tres últimos años, en la carretera PO-531 se construyeron dos glorietas, una en Paradela y otra de acceso al polígono de Sequeiros, sin olvidar otras rotondas que obligan a circular a una vevolcidad media nunca superior a los 60 o 70 kilómetros por hora, salvo reducidas excepciones en la recta de A Goulla, por poner un ejemplo.

Se trata de un vial por le que circula un promedio de 20.000 turismos (incluidos vehículos pesados) cada día, por lo que las retenciones son frecuentes a cualquier hora del día, aunque se agravan en horas punta.

Ahora, con el nuevo semáforo, el viaje a Pontevedra volverá a sumar minutos, si bien todavía no ha podido ser testado por los conductores pues de momento solo se activó la luz ámbar intermitente, que advierte del peligro.

La instalación de la nueva señal luminosa fue decidida sobre la marcha en una vivita del delegado territorial José Manuel Cores Tourís a las obras de sustitución del saneamiento, para corregir un defecto de conexión de la red.

Se aprovechó este trabajo para renovar una de las aceras del vial y a la vez se decidió la instalación del semáforo que en principio será regulado por los peatones que quieran cruzar la vía.

A la vez se decidió mejorar la señalización horizontal de la vía de modo que se varió el eje central que divide la calzada en dos partes iguales y se dibujan isletas que dan entrada de servicio a otras carreteras perpendiculares.

A menos de cincuenta metros, el conductor se encuentra otra glorieta que conduce a Godos.