Los turistas que estos días se encuentran en Galicia y quizás no entiendan la justa dimensión de los episodios tóxicos con los que están acostumbrados a convivir los bateeiros y el conjunto de la población gallega, pueden estar tranquilos. Que se cierren bateas por toxina no quiere decir que deban marcharse sin probar el mejillón. El Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino (Intecmar), considerado un centro modélico a nivel mundial, vigila las zonas de producción para determinar de cuáles se puede extraer producto y de cuáles no. Esto supone que todo el molusco que llega al consumidor por los cauces reglamentarios está garantizado y no entraña riesgo para la salud pública. Más aún, la presencia de células tóxicas es sinónimo de riqueza, ya que llegan a las rías con los nutrientes de los que se alimentan los mejillones.