Poco a poco se fue arremolinando gente sobre las barandas de la playa de Confín para disfrutar de la escenificación del Desembarco Pirata, un acontecimiento histórico que los empresarios agrupados en Emgrobes han sabido capitalizar para convertirlo en el lanzamiento de la temporada turística por excelencia en la localidad.

Cierto que el fin de semana ayudó muy poco al propósito pues no dejó de llover casi hasta el mediodía del domingo cuando estaba previsto que corsarios y milicias combatieran en la playa de Peralto-Confín.

Poco a poco se fueron abriendo claros y las familias comenzaron a acercarse hasta formar un cinturón alrededor del escenario natural, solo adornado con una réplica de la asaltada iglesia de San Vicente, media docena de puestos de feria, un cruceiro de piedra y varias pacas de paja que escondían la pólvora empleada para simular el sucesivo ataque de los corsarios ingleses en 1799 y 1801, respectivamente.

Casi a la una de la tarde comenzó la llamativa escenificación de las fiestas de San Vicente con una muiñeira sobre la arena de la playa. Luego el paseo por el tradicional mercadillo con vendedoras que vociferaban su mercancía o el ciego que allá por 1804 trovaba con gran acierto el asalto a la iglesia de O Grove por los piratas.

El público permaneció atento al desenlace, muchos de ellos teléfono en mano para inmortalizar una escenificación que bien pudiera remontarse a aquellos años.

Otros se han sumado a la fiesta casi desde dentro, para lo que se vistieron y caracterizaron para la ocasión por lo que no faltararon, entre el público, los garfios, parches para el ojo, pantalones bombacho y trajes de época de campesinos, sin olvidar a curas y monaguillos.

También se animaron muchos turistas a la contemplación del espectáculo en la playa de Confín y que entretuvieron la mañana con los juegos populares que se instalaron a los largo del paseo, desde la rana, los bolos, el aro, los zancos o la caña con anilla para el cuello de la botella.

Una mañana que reactivó la hostelería de O Grove en estos incipientes comienzos de la temporada turística de verano, cuando la localidad multiplicará por cinco la población.

También el comercio de la localidad vivió una jornada más animada, si bien la percepción del fin de semana era de resignación pues el sábado hubo de suspenderse la representación debido a la intensidad de la lluvia.

La séptima edición del Desembarco Pirata ya consolida esta iniciativa cultural en la que el pueblo de O Grove recuerda una parte de su historia, un pasado que los vecinos no quieren olvidar porque forma parte de su idiosincrasia, en la que perdura ese carácter valiente que han retratado hombres y mujeres de la localidad en todos los tiempos.

Y para redondear la fiesta es preciso hacer mención a los puestos de artesanía y alimentación que durante los tres días han alegrado el paseo por el entorno de orillamar.