El asesinato de Ramón Outeda conmocionó a la comarca por la sangre fría que demostró el autor de los hechos. El hombre acudió a casa de su víctima, que entonces tenía 59 años, apartó el coche, porque la viuda le dijo que estaba estorbando, preguntó por Outeda, y cuando éste se le acercó sacó una pistola y le disparó dos veces, una de ellas en la cabeza.

Años después, fue condenado por estos hechos un hombre natural de Cambados, pero que llevaba varios años fuera, Claudio Esperón Carballa. Le impusieron 17 años de prisión.

El juicio que se siguió contra él en Pontevedra no sirvió para esclarecer el móvil del crimen, y el fiscal llegó a plantear que si bien en un primer momento se había puesto sobre la mesa la posibilidad de un ajuste de cuentas por narcotráfico, al final de la causa no había elementos suficientes para afirmarlo con seguridad.

A Outeda Dopazo se le había vinculado en el pasado con el contrabando de tabaco, pero no había pruebas de que hubiese dado el paso al tráfico de estupefacientes. Tras su muerte, algunos investigadores dijeron que trabajaba con el llamado clan de "Os Achas", pero las pesquisas se toparon con el mutismo más absoluto por parte del entorno de la víctima. Tanto es así que la Guardia Civil y el Juzgado decidieron archivar la investigación en noviembre de 2006, cansados de pinchar en hueso una y otra vez.

Hasta que en septiembre de 2007 cayó el hombre que le había dado muerte. Fue después de que la Guardia Civil interceptase en Lalín un coche en cuyo interior apareció una pistola. La pistola con la que habían asesinado a Outeda.