Faltó la energía, la carga de adrenalina de los latigazos que dejaban exhausto a Jesús (representado por Marcos Roma) en su subida al Gólgota (Monte da Croa). La representación de la Resurrección ayer en Paradela fue algo menos creíble. Los actores intentaron representarlo como un continuum pero les faltaban las escenas principales, chafadas por una borrasca de lluvia, granizo y viento que obligó a suspender los actos del Jueves y Viernes Santo.

La Resurrección de Paradela se ajustó a los ensayos pero le faltó sentimiento, la credibilidad que generan las llagas o recordar el sufrimiento de Jesús y de los dos malhechores también crucificados.

El guion se cumplió con decoro pero sin la fuerza de otros años a pesar de que los vecinos pusieron toda su voluntad para animar a un público que apenas ocupaba los asientos de las gradas y que tuvo ocasión de fijarse en un Santo Sepulcro, más a imagen y semejanza de un pesebre navideño que de las catacumbas romanas, con una entrada circular que también desentonaba con la escenificación.

Indiscutible es el esfuerzo que la cofradía de Paradela ha realizado en estos meses. E igual de significativa la frustración que supuso la suspensión de los actos centrales de la Semana Santa, aquellos que permitieron que en 2010 recibiera el reconocimiento turístico por el tirón que supuso para la comarca de O Salnés, cuando era cita obligada para cientos de turistas que solían colapsar accesos y aparcamientos habilitados para contemplar la representación.

Pero ayer hasta el público estaba apático y eso que el buen tiempo animaba a disfrutar de un espectáculo que guardaba sorpresas como las bengalas que ardieron cuando Marta, María Magdalena, María de Santiago y Salomé descubrieron que en el Sepulcro no estaba Jesús y solo quedaba su velo y el santo sudario.

Correctas también las representaciones de los Apóstoles negando la personalidad del Mesías y también cuando se les aparece el Padre resucitado.

Y sobre todo la alegría de los ángeles cuando gritan "Bendita mañana de Pascua Florida, ¡Aleluya!" bajo los pétalos que llovieron desde el campanario con el alegre tañido de las estruendosas campanas. Se merecieron el aplauso.