Los últimos vertidos ocurridos en el bombeo de Cabanelas, un pequeño afluente del río Umia, han colmado la paciencia del presidente de la Mancomunidade de O Salnés, Gonzalo Durán. El responsable del ente mancomunado va a pedir a la empresa adjudicataria del alcantarillado que "revise en profundidad toda la red para detectar quién o quiénes han sido los responsables de esta nueva situación, ya que tenemos fundadas sospechas de que se trata de un vertido de carácter industrial".

El regidor vilanovés insiste en que "estamos hartos de ver como algunas empresas prefieren provocar un problema medioambiental antes que depurar sus propias aguas, a lo que están obligados por Ley". Es más, Durán es partidario de endurecer las sanciones que se imponen a aquellas empresas que no cuentan o no utilizan un servicio de depuración interior antes de verter sus aguas a la red de alcantarillado. El daño que causan estos vertidos no es solo medioambiental, sino que también pueden provocar importantes problemas en la red, e incluso, en la Estación Depuradora de Augas Residuais (EDAR) de Cabanelas.

Para determinar el origen del vertido, operarios de la empresa concesionaria y del Seprona tomaron muestras la pasada semana que están siendo analizadas.

Una de las cuestiones que más molesta a Durán es que el vertido se ha registrado en las inmediaciones de la Variante Espiritual que une Pontevedra con Vilanova de Arousa, una ruta que se ha convertido en uno de los grandes atractivos turísticos de la comarca de O Salnés, siendo promocionada en todas las actividades que desarrolla la Mancomunidade. "Por esta ruta pasan cientos de personas, en su mayor parte extranjeros, por lo que la existencia de un vertido es algo que perjudica la imagen de esta comarca, algo que no se puede consentir", explica Durán.

De confirmarse que el responsable del vertido es una de las industrias del polígono de O Salnés volvería a repetirse el mismo problema que surgió hace poco más de un año en el mismo punto. En aquel mes de febrero de 2017 los vertidos, provocados por el aliviadero del pozo de bombeo de Cabanelas se convirtieron en una constante y se acabaron solventando con la apertura de expedientes a varias empresas a las que se consideró como responsables de lo sucedido. Durante todo un año no volvieron a registrarse estos episodios, e incluso, se celebraron reuniones con las empresas para concienciarlos de la necesidad de depurar sus aguas residuales antes de enviarlas a la red.