La actividad arqueológica regresará al castro de Cálago, Vilanova de Arousa, el próximo verano. Así lo reconoció ayer el alcalde del municipio, Gonzalo Durán, tras mantener un encuentro con el conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, en el que estuvo encima de la mesa el informe elaborado por los arqueólogos tras haber utilizado un georradar en la zona. Una de las conclusiones más importantes del georradar, que estuvo en la zona el pasado mes de diciembre, es que en la terraza del castro existen estructuras enterradas, aunque no despeja la incógnita de si son los restos del antiguo monasterio medieval o si pueden ser mucho más antiguos y pertenecer al castro que se asentó en ese lugar mucho antes de la llegada de los monjes.

El regreso de los arqueólogos a Cálago será una campaña muy diferente a la que tuvo lugar el pasado mes de agosto, cuando se realizaron una serie de catas en las que se localizaron restos de cerámica muy interesantes para los expertos, que indicaban que el castro estuvo poblado, al menos, durante mil años, lo que lo convertiría en el origen de Vilanova de Arousa. La prospección que más datos permitió extraer se realizó en la terraza, donde se encontraron un buen número de piezas cerámicas, sobre todo de ánforas romanas, tégula e ímbrices (un tipo de teja romana). Es más, la pequeña excavación sirvió para localizar restos de escoria y de una plancha de fundición.

El regidor vilanovés apuntaba ayer que "la intención en esta segunda excavación, es sacar a la luz esas estructuras y consolidar el yacimiento si se demuestra que son restos del monasterio o del castro, para que la gente pueda acudir a verlas y se convierta en un entorno turístico". Esa excavación comenzará "por aquellas estructuras que han resultado más interesantes para los arqueólogos y que pueden servir para arrojar luz sobre la historia de este municipio". Durante las prospecciones que se realizaron el pasado verano, los propios arqueólogos ya ejercieron como guías del yacimiento con todas las personas que se acercaron a visitar los trabajos y conocer lo que se estaba haciendo allí.

Los trabajos arqueológicos que se desarrollaron en Cálago el pasado verano tenían como principal objetivo localizar los restos del antiguo monasterio, una edificación fundada en el siglo VI por San Fructuoso y una de las primeras víctimas de las incursiones vikingas en Galicia, registradas tan solo un siglo después, además de ser arrasado por Almanzor durante su incursión en la zona. Tan solo la presencia de una serie de tejas en esas excavaciones, todas ellas de carácter altomedieval, localizadas en un muro exterior de la terraza, apuntan a una posible presencia de esa edificación, aunque, en aquel momento, resultaba muy complicado de determinar, ya que los arqueólogos eran conscientes de que en todo ese entorno hubo actuaciones que pudieron modificar el yacimiento. Además del monasterio, también existió una iglesia que acabó desapareciendo a principios del pasado siglo. De ella se conserva todavía una imagen del ábside cuando ya se encontraba totalmente en ruinas.

La única edificación visible que queda es el campanario de Cálago, que daba servicio a la iglesia y al monasterio, además de poseer un valor defensivo, ya que desde él se podía ver, en aquellos tiempos, gran parte de la ría de Arousa, lo que serviría para alertar de la llegada de invasores.