Es miércoles. Once y media de la mañana. El Museo do Ferrocarril de Vilagarcía está vacío. El único atisbo de vida es la presencia de la trabajadora del Concello que atiende al público -cuando lo hay- y el sonido de la típica campana de estación que suena cuando un tren se aproxima al andén. Información en pantallas audiovisuales y en paneles sobre la historia del ferrocarril, distintos tipos de convoyes en miniatura y alguna que otra pieza antigua (una máquina eléctrica de expedición de billetes, una bandera roja o el farol de la estación vilagarciana) componen el contenido de la planta baja de este museo inaugurado en 2006, en la recta final del último mandato de Gago. También hay una sala para proyecciones.
En la parte superior, el material expositivo que puede encontrar el visitante no supone ninguna sorpresa: más paneles, pantallas y documentación histórica, una maqueta de una estación a priori vistosa pero que no contiene ningún tren y un simulador en el que uno puede jugar a ser un maquinista.
En cuanto al horario, este museo ubicado donde en su día funcionó la estación de la primera línea ferroviaria de Galicia, la que unía Corme y Carril (1873), abre cuatro días a la semana, de martes a viernes. Y solo en horario de mañana, concretamente de 10.00 a 14.00 horas. Los sábados, domingos y lunes permanece cerrado.
No obstante el horario varía a lo largo del año, pues entre mayo y octubre suele estar abierto todos los días. La intención del Ayuntamiento es ampliar el horario y también los contenidos expositivos para que el Museo do Ferrocarril abandone la decadencia en la que está inmerso desde hace tiempo. En su reciente visita a Fitur, en Madrid, el alcalde Varela y el edil Pérez Callón aprovecharon para reunirse con la Fundación de Ferrocarriles Españoles para gestionar la cesión de material de su fondo que se ajuste a las características de las instalaciones existentes.