A Illa también quiso dar la bienvenida a los buenos deseos para el 2018 con una Cabalgata de lo más original. La aparición de Melchor, Gaspar y Baltasar en el municipio dio lugar a toda una avalancha de muestras de bondad y gratitud por parte de los pequeños por la visita más deseada de cada año.

La Casa del Mar fue el punto estratégico donde arrancó la Cabalgata. Allí los propios Reyes Magos se vieron sorprendidos por la originalidad de sus carrozas. Unas ballenas en las que miembros de la Asociación Cultural Dorna se afanaron en darle forma de ballenas con el consiguiente impacto que causaba el paso de la Cabalgata entre los más pequeños y también en sus acompañantes.

El discurrir de la comitiva por la Avenida da Ponte se convirtió en toda una lluvia de caramelos. Fueron muchos los que se concentraron en los primeros metros del paso para luego dirigirse al Auditorio con el fin de coger sitio para departir con los invitados. Algún niño incluso superó sus miedos para recordarle a Melchor que no se olvidase de sus regalos.

La marcha también tuvo una parada obligada en la iglesia de San Xulián. Los Reyes Magos quisieron hacer una ofrenda ante de retomar el camino que les llevaría al Auditorio. El discurrir por la Avenida Castelao también se convirtió en un momento de aplausos, gritos y niños que buscaban cruzar alguna mirada con quienes tenían la facultad de brindarles la noche más ilusionante de todo el año.

Nada más bajarse de sus ballenas, los Reyes fueron avanzando por un pasillo humano que les llevó hasta las puertas del Auditorio. Los saludos se fueron multiplicando a cada paso para luego llegar a la parte donde se sentarían a recibir personalmente a los muchos niños que quisieron expresarles de viva voz, en muchos casos entrecortada, la alegría que le produce su visita.

A la pregunta sobre el comportamiento durante el año, el sí era unánime en todos los casos. Incluso los Reyes de Oriente obsequiaron la paciencia mostrada por los pequeños con caramelos y chucherías varias. Durante cerca de dos horas, los niños fueron desfilando por el Auditorio para despedirse de los invitados a los que seguían mirando incluso después de estar sentados en su regazo.