Los datos oficiales, aunque todavía provisionales, correspondientes a la primera semana de pesca del centollo en la provincia de A Coruña y Pontevedra sirven para confirmar lo que se había deducido desde un principio: que se trata de una temporada espectacular.

Tanto es así que en solo cinco días se superaron con creces las dieciséis toneladas correspondientes a la primera semana de la campaña anterior. Y es que a la espera de sumar los datos correspondientes a lonjas como Ribeira, Bueu y alguna más, no es descabellado hablar de casi cien toneladas totales la semana pasada.

Dado que no se conocen aún esos resultados hay que quedarse con el dato hasta anoche oficial, que arroja un balance igual de positivo, con sesenta toneladas.

Al ser subastadas las rulas gallegas facturaron cerca de 500.000 euros, correspondiendo prácticamente la mitad a la de O Grove, que vuelve a ser la más importante de la comunidad para este crustáceo, al menos en lo que a ingresos se refiere.

Este puerto arousano consiguió más de 212.000 euros tras vender más de diecisiete toneladas, siendo superada en cantidad únicamente por la lonja de A Coruña, con 22 toneladas que, sin embargo, solo le reportaron 89.000 euros. En esos cinco primeros días Cambados facturó más de 60.000 euros (cinco toneladas), mientras que Cangas va por 25.000 euros en cuatro jornadas.

Del balance global puede extraerse, igualmente, que el precio máximo fue de 24,50 euros por kilo, marcado el primer día de actividad pesquera en O Grove, donde ayer el máximo volvió a quedarse en doce.

Esta lonja también fue capaz de aguantar el precio mínimo más alto de Galicia, situado en nueve euros por kilo, lo cual da una idea del importante papel que desempeña el centollo en este puerto y parece confirmar que la cotización que alcanza se debe a la mayor calidad que atesora.

Por debajo de esos nueve euros no se vende producto. Nada que ver con las tarifas mínimas de uno o dos euros por kilogramo marcadas en buena parte de las lonjas que subastaron esta especie después de vender ejemplares que, como suele decirse de forma campechana, "no sirven ni para hacer sopa".