Cuando uno llega al embalse de Castroagudín (en la parroquia vilagarciana de Cea) se encuentra un regato prácticamente seco que no augura nada bueno. Por ahí discurría el agua que llegaba a la zona de almacenamiento, pero en la actualidad desde ese lecho -repleto de tierra y piedras que la sequía ha dejado al descubierto- hasta la presa hay muchos metros de distancia. De hecho el espectacular descenso del nivel del agua deja a su alrededor un extenso paisaje verde -todavía hay hierba- sobre tierra cuarteada.

Hay que tener en cuenta que el embalse de Vilagarcía es muy pequeño aún estando lleno, pues su capacidad máxima asciende a 0,26 hectómetros cúbicos. Para que se hagan una idea, el de Caldas puede almacenar hasta 6,15, es decir, 23 veces más.

De esos 0,26 hectómetros cúbicos ahora hay 0,03 de agua, lo que se traduce en una ocupación del 10,66% -en pleno invierno- según el último boletín hidrológico de Augas de Galicia. Es una cifra que se sitúa en mínimos históricos. "Vinimos a pasear por el monte y solo hay cazadores, perros y ciclistas. Ya fuimos a Fontefría y al llegar aquí, al embalse, la verdad es que nunca lo habíamos visto tan bajo, está de pena", lamenta una vecina de Vilagarcía que salió a hacer senderismo el domingo por la mañana. "Antes el agua llegaba a aquellas escaleras", comenta su hijo, señalando hacia la Estación de Hidrobiología de O Con.

Además de ser una zona de atracción para vecinos y residentes de otras zonas, el embalse de Castroagudín también cuenta con otros visitantes, si cabe más asiduos. Se trata de los caballos salvajes que se desplazan a la presa para beber. Ahora deben realizar un recorrido mucho más largo que hace unos meses.

Pese a la ínfima ocupación del embalse de Vilagarcía, los usuarios conectados a la red de abastecimiento municipal -la que gestiona Espina & Delfín- tienen el suministro garantizado.

Y es que el municipio vilagarciano cuenta con varias captaciones. En la actualidad se sirve de la que procede del río Umia a su paso por Baión, en Vilanova.

La presa de Castroagudín es una buena alternativa para el Concello debido a la calidad de sus aguas, por lo que se reduce el tratamiento previo para su potabilidad y el agua que llega a las casas es de mayor calidad. Por tanto la empresa concesionaria ahorra en químicos y los vecinos reciben un producto mejor. Es el Ayuntamiento el que decide qué captación utilizar en cada momento.

El río Umia

Todo O Salnés se abastece del Umia. Vilagarcía mediante la captación de Baión y el resto de la comarca a través de una estación en Pontearnelas, desde donde se bombea agua durante unos 5 kilómetros hasta la depuradora de Tremoedo (Vilanova). Desde ahí se distribuye a las viviendas.

La Mancomunidade es consciente de que el Umia se encuentra en el nivel más bajo de su capacidad desde principios de los años 90, época en la que se comenzaron a recabar registros, pero eso no ha impedido que la captación de Pontearnelas funcionase a pleno rendimiento durante todo el verano. En caso de que el nivel descienda en exceso y comiencen a surgir problemas, la alternativa pasa por una autorización de la Xunta para abrir las compuertas del embalse de Caldas.

Durante la época estival no fue necesario aplicar restricciones en el consumo por dos cuestiones fundamentales. Una de ellas es que Sanxenxo durante el verano recoge el 70% de su suministro de agua de la conexión que tiene con Pontevedra, lo que alivia de forma importante la red de la Mancomunidade do Salnés. El otro dato que también ha contribuido a garantizar el suministro sin restricciones es que, pese a haber pasado un verano en el que la comarca batió récord de turistas, ha sido menos caluroso que 2016, por lo que los consumos de agua han sido ligeramente inferiores. En agosto la comarca gastó 773 millones de litros de agua y en julio, 703.