Los arqueólogos sabían desde el primer momento de la "potencia" que reviste la "croa" o cima del Monte do Castro (Leiro-Ribadumia), zona elegida para esta última fase de consolidación del yacimiento de la Edad del Hierro en el que se interviene desde 2011.

Al menos media docena de cabañas circulares y otras edificaciones han salido a la luz en un espacio en el que todavía queda mucho trabajo de consolidación pero que empieza a tener visibilidad.

La brigada comenzó ya a dar cara a este espacio, situado bajo la llamada Pedra de Santa, en el que aparecen estructuras circulares típicas de las viviendas castrexas con sus anexos para el ganado o aperos, en una de las zonas principales del poblado que los romanos incendiaron alrededor del siglo I de la actual Era.

Queda todavía mucho por definir y estudiar en este conjunto prehistórico que gracias a las distintas etapas de excavación se ha convertido en un referente de los yacimientos galaico-romanos rurales.

La excavación fue prmovida por el Centro Superior de Investigaciones Científicas que con sus catas y estudios iniciales contagió el interés de la Diputación de Pontevedra por la importancia de un asentamiento en el que han quedado huellas de las civilizaciones que lo habitaron durante unos cinco siglos, como mínimo.

Así se pudo comprobar con los numerosos hallazgos que han permitido fechar las distintas fases de ocupación.

Cabe recordar que además de una decena de viviendas circulares, un horno siderúrgico, una espectacular y única casa-patio con almacenes adyacentes, así como una monumental entrada al recinto abierta en un potente muro de más de 80 metros de longitud revelan la importancia de este enclave situado en un punto estratégico desde el que se divisa la ría de Arousa y los poblados de A Lanzada en Sanxenxo o Castro Landín, en Cuntis, siempre que se elimine la enorme vegetación actual.

Aparte de la arquitectura, las excavaciones del monte do Castro han revelado enormes sorpresas en forma de objetos relevantes, desde la dolabra de un guerrero romano que se conserva en el museo de Pontevedra, o el tesorillo con monedas imperiales, a cerámica de uso cotidiano y de ceremonia, pasando por una marmita de cobre con remaches de enorme valor para los historiadores o los bustos que se han encontrado también en el subsuelo.

Pero todavía queda mucho por descubrir en esta enorme parcela de Ribadumia ya que la ladera que se superpone a la espectacular casa-patio también está repleta de estructuras que merecen atención de la brigada, incluido el callejero.

De momento estas construcciones se mantienen recubiertas con tela geotextil que protege el "pedregal" que desordenó el abandono de los últimos veinte siglos.

La actividad de recuperación podría tomar un nuevo impulso gracias al anuncio de Fomento de reactivar el convenio para la puesta en valor de los 18 castros galaico-romanos que forman parte del proyecto global de actuación en el que se ha implicado la institución provincial.