O Salnés y Ullán se reponen de una noche de terror en la que el fuego a punto estuvo de entrar en más de media docena de aldeas de Meis, Valga y Catoira. Cientos de vecinos sufrieron durante horas la angustia de ver las llamas casi encima de sus casas, hasta que hacia las cuatro de la mañana llovió. La ansiada llegada del agua marcó el punto de inflexión de una jornada que en O Salnés y Ullán había empezado a tomar tintes dramáticos sobre las 21.00 horas del domingo.

El incendio del monte Xiabre empezó en la parroquia caldense de Saiar, y de ahí se extendió a toda velocidad hacia Catoira y Valga, llegando a las puertas de los lugares de Cerneira, Igrexa y Rexenxo, todos ellas en la parroquia de Setecoros, así como a Coaxe, en Catoira. En Meis, las aldeas más afectadas fueron las de Fofán, Gondes y As Pereiras, todas ellas de la parroquia de Armenteira.

Ambos incendios fueron intencionados -en el de Xiabre se localizaron al menos tres focos distintos y prácticamente simultáneos, según el Concello de Valga-, mientras que en el de Meis fuentes consultadas señalan que también hubo varios puntos de origen.

Durante la jornada de ayer lograron ser controlados, pero la situación aún está lejos de normalizarse. El olor a quemado aún es muy intenso en grandes poblaciones, como Vilagarcía, donde incluso se percibe dentro de las viviendas. También se nota el humo en la Autovía do Salnés, a una distancia de cinco kilómetros de Armenteira, desde donde a primera hora de la mañana de ayer todavía ascendían algunas columnas blancas de los rescoldos.

Fue también una jornada en la que volvió a quedar patente la solidaridad, y como los vecinos hacen piña cuando de lo que se trata es de enfrentarse al fuego. En Valga, enviaron tractores con cubas de agua tres empresas y la comunidad de montes de San Miguel, mientras que en Meis colaboraron en el control de las llamas personas que ni siquiera tienen familia en las zonas afectadas por el fuego.

Durante la mañana de ayer aún se declararon dos nuevos focos en Valga, que pudieron ser atajados finalmente a media tarde. Fue el colofón a una jornada que, al menos en la parroquia de Setecoros, ha dejado un paisaje casi apocalíptico.

En Meis, los servicios de emergencias tuvieron conocimiento del incendio sobre las 20.46 horas, y según las primeras informaciones empezó en el monte que rodea la aldea de Fofán, un recóndito lugar con apenas un centenar de habitantes próximo al mirador de San Cibrán, y al que se llega por una estrecha pista asfaltada que comunica Cobas, en Meaño, con Armenteira.

Pero el viento, de hasta 80 kilómetros por hora en algunos momentos, propició que las llamas se propagasen a toda velocidad. Tanto es así que sobre las 21.10 ya estaban llamando a las puertas de Gondes y As Pereiras, dos lugares situados en la falda del monte de Armenteira, y a los que se accede por un desvío situado junto a la capilla de Cabeza de Boi.

A partir de ese momento se vivieron escenas de una enorme tensión. Un hombre enfermo de edad avanzada fue el primero en ser evacuado, mientras los demás corrían a salvar sus animales de granja y se preparaban a luchar con calderos y mangueras contra la lengua de fuego que se cernía sobre ellos desde una ladera que ya había quedado calcinada en la oleada de 2006.

Cuando llegaron los primeros medios de extinción enviados por la Xunta de Galicia, la Guardia Civil inició el desalojo forzoso de las viviendas. Algunos emprendieron la huida en sus coches por una estrecha y sinuosa pista llena de baches que termina junto a la Autovía do Salnés. Pero otros se negaron a irse. Hubo casos en los que algún vecino incluso se aventuró en sus propiedades para intentar salvar sus posesiones, lo que les valió una fuerte reprimenda de los agentes encargados del desalojo, que en un momento de tensión máxima llegaron a avisar de que detendrían a quien volviese a internarse en la zona del incendio por su cuenta.

Sin embargo, las llamas eran de tal entidad, y el peligro tan real, que finalmente a los medios de emergencias no les quedó más remedio que aceptar la ayuda que les prestaron los vecinos. Estos se situaron en segunda línea, colaborando con los bomberos tanto forestales urbanos para desplegar y recoger las mangueras.

Mientras, los que habían bajado esperaban con el corazón en un puño en la rotonda de la salida de la autovía hacia Armenteira y bajo un puente de esta misma vía. Les acompañaron los concejales Eugenio Fernández y Ofelia Barral, ya que el alcalde, José Luis Pérez, está fuera de Galicia por motivos de salud. Los ediles ofrecieron a los afectados la posibilidad de pasar la noche en el albergue de peregrinos o en la "pousada" de Armenteira. Nadie aceptó el ofrecimiento. Lo que menos deseaban era alejarse de sus casas, y de sus parientes.

En el operativo participaron tres agentes, tres brigadas y cuatro camiones motobomba de la Xunta de Galicia, además de las mencionadas dotaciones de la Guardia Civil. Protección Civil de Meis estuvo recorriendo la zona para ayudar a los bomberos a encontrar los caminos por los que debían ir para atacar cada frente.

Fueron igualmente movilizados los Bombeiros do Salnés, que al ser medios de extinción en ámbitos urbanos son llamados solo cuando los incendios amenazan casas o galpones. En el caso de Meis, la situación era tan delicada que incluso acudieron bomberos que estaban de día libre o de vacaciones para frenar el avance del fuego.

Vecinos y medios de extinción empezaron a ganar la batalla hacia las cuatro de la madrugada, momento en el que empezó a llover. Eso marcó un punto de inflexión, que permitió dar por controlado el incendio a las 5. Agotados, pero sin una pizca de sueño, algunos vecinos cruzaron las calles llenas de ceniza camino de sus casas. Según datos oficiales, el fuego calcinó unos 150.000 metros cuadrados, aunque el Concello eleva la estimación a unas 70 hectáreas.