La asociación de vecinos de Barrantes celebró ayer una edición de su Festa da Vendima. Un evento que este año tuvo a un invitado muy especial, el cura párroco de Vilanova, Antonio Sineiro, "don Tucho". El sacerdote es natural de Barrantes, pero nunca había tenido un contacto especial con la asociación de vecinos de su parroquia natal, que se creó en 1985. Hace un año, sin embargo, le convencieron para que acudiese a la Festa da Vendima, y Sineiro quedó encantado con el cariño que le demostraron sus convecinos. Por ello, tampoco quiso perderse la cita de ayer.

No obstante, "don Tucho" tuvo ayer un protagonismo muy especial. Fue quien ofició la misa, celebrada a mediodía en la capilla de San Isidro -patrono de los agricultores-, y fue una de las 10 personas homenajeadas por la asociación por superar los 78 años de edad. Al igual que todos, fue nombrado socio de honor del colectivo, por lo que sus vecinos van a esperar que, a partir de ahora, les acompañe todos los años.

Buena vendimia

Barrantes fue tradicionalmente una parroquia donde los sectores agrario y vitivinícola tuvieron mucho peso. Por ello, la vendimia era siempre una época de mucho trabajo, y el final de la misma significa un momento para relajarse y celebrarlo. Fue así como nació la Festa da Vendima. Muchos de los presentes en la celebración de ayer siguen cosechando legumbres y vino, ya sea como segunda actividad o porque a pesar de haberse jubilado no quieren perder la conexión con la tierra. Por ello, durante la jornada de ayer fueron constantes los comentarios sobre la excepcional vendimia pasada -tanto de tinto tipo Barrantes como de albariño-, y sobre la pertinaz sequía, que según las previsiones meteorológicas se interrumpirá abruptamente entre el domingo y el lunes con la llegada de un ciclón tropical a Galicia.

Los actos comenzaron con el pasacalles de la banda de la Agrupación Músico-Cultural de Ribadumia y de Os Carballeiras, al que siguieron la misa. Allí, la asociación entregó un regalo a tres vecinos que cumplían al menos 78 años, y que no podrían asistir a la comida por motivos personales.

Terminada la ceremonia religiosa, la comitiva se desplazó al centro social de Barrantes, donde tuvo lugar una comida de confraternidad. Participaron 120 personas, y tomaron pulpo, empanada, ternera y cordero, todo ello con barra libre de bebidas y animación musical. Incluso hubo algunos que pidieron poder quedarse a comer a última hora, pero no fue posible porque la organización ya había hecho las previsiones de víveres, y se había avisado de que se reservase plato con una mínima antelación.

El colectivo vecinal está ahora inmerso en la promoción de un libro sobre la historia de Barrantes, de Carlos Acuña, donde se repasa la trayectoria de esta parroquia desde el siglo IV.