José Antonio Cacabelos Rico, el alcalde socialista de O Grove, volvió a ejercer ayer de casamentero. Y nuevamente los contrayentes eran una pareja de novios llegados de fuera de la localidad, en concreto los vigueses Pablo Vázquez y Silvia Iglesias.

Esto dio pie al regidor a explicar que "cada vez son más los ciudadanos de lejos de O Grove que quieren casarse en nuestro pueblo", y como prueba de ello destaca que "hay algún fin de semana en el que tengo que realizar dos o tres bodas".

Tal es el poder de convocatoria de la península meca entre los prometidos lejos de las fronteras de O Bao que "más de la mitad de las bodas que oficio tienen como protagonistas a personas llegadas desde muy lejos, incluso desde fuera de Galicia".

Se trata, explica el propio Cacabelos, de una muy buena noticia, ya que las bodas "dejan importantes ingresos en nuestra localidad, pues hay que tener en cuenta que no solo celebran la ceremonia, banquete y demás, sino que estas fiestas también traen con ellas a decenas, a veces cientos de invitados, los cuales pueden pasar varios días en nuestro pueblo y, consiguientemente, pueden realizar gastos en nuestros comercios, restaurantes y demás negocios".

El desembolso también se hace notar en las arcas municipales, pues si bien es cierto que no se trata de cantidades excesivas, el Concello de O Grove dispone de una ordenanza fiscal que regula el cobro de estas ceremonias, de tal modo que los grovenses deben pagar cien euros por casarse, mientras que los que llegan de fuera deben abonar doscientos.

Y son "cada vez más" las ceremonias, tanto civiles como religiosas que se celebran en la villa con protagonistas foráneos, siendo la finca La Atlántida uno de los escenarios preferidos por los novios.

Se trata de un espacio que fue residencia de verano del expresidente Adolfo Suárez y se ha reconvertido en salón de todo tipo de eventos, especialmente si son concurridos y si se trata de banquetes nupciales.

Este lugar, dotado de atractivos jardines, ofrece formidables vistas sobre la playa y la ensenada de A Lanzada, el istmo de mismo nombre, el océano e islas como Ons.

La finca en cuestión alberga decenas de ceremonias como la de ayer cada año, entre ellas muchas igualmente protagonizadas por ciudadanos llegados desde muy lejos "expresamente porque están enamorados de nuestro pueblo y quieren casarse aquí", recalca José Cacabelos.

Y tiene pruebas de ello basadas en su experiencia personal. "No hace mucho casé a una pareja de Salamanca que eligió O Grove para contraer matrimonio -declara el alcalde grovense-; cuando les pregunté por qué se habían inclinado por nuestro pueblo me respondieron que habían decidido casarse en Galicia, y lo que hicieron antes de tomar la decisión sobre la ubicación final fue recorrer toda la costa gallega, desde el norte hasta las Rías Baixas".

Fue "al pasar por aquí cuando tuvieron muy claro que querían casarse en O Grove, al entender que se trataba del sitio ideal", explica el propio José Cacabelos.

A lo que añade que aquella ceremonia en concreto "trajo a O Grove a más de un centenar de invitados procedentes de Salamanca y Zamora".

Es solo un caso concreto, ya que hay muchas mas anécdotas similares. Y junto a La Atlántida hay otros espacios de especial interés par los prometidos, como son la capilla de conchas o de San Caralampio, en la emblemática isla de A Toxa, usada por aquellos que quieren un enlace con carga religiosa, y los jardines de ese afamado espacio insular o bien los del Gran Hotel La Toja, el balneario de cinco estrellas que también acoge bodas en su piscina y su embarcadero privado.

Incluso en A Lanzada se oficiaron ceremonias de este tipo, por lo que Cacabelos concluye que "hay infinidad de lugares en nuestro término municipal que se prestan a este tipo de acontecimientos, y nosotros, desde luego, estamos encantados de casar a nuestros vecinos y de recibir para hacerlo también a cuantos vienen de fuera".