Unas 300 personas pudieron almorzar a la sombra de la gran carpa habilitada por la organización, mientras que otros se amparaban bajo un bosque de sombrillas, cenadores o toldos. Y no sólo vecinos de Dena, sino otros venidos de Castrelo, Cambados, Nantes o Vilalonga para disfrutar del almuerzo. Incluso un grupo de almerienses, hospedados en un hotel cercano, y sorprendidos por la gratuidad, no quisieron perderse esta parte gastronómica.

"Es una fiesta que invita a la convivencia entre los vecinos -explica Ramón Troncoso, quien desde hace años integra la comisión-; bajo este toldo somos una veintena de personas de cinco familias diferentes, y que nos pusimos de acuerdo para venir, tal y como hacemos desde hace unos 10 años". Otros, como Víctor Otero, ya jubilado, se las ingeniaron para reservar una de las mesas de piedra del parque: "Lo hice el martes -admite- colocando un plástico a modo de mantel, y ahora trajimos una supletoria porque somos muchos". "Hoy por hoy -añade- esta es la fiesta más importante del municipio,", dice.