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La mayoría de los "furanchos" de O Salnés se reconvierten en bares o tabernas "típicas"

El decreto de la Xunta de hace cinco años empuja a los establecimientos a sacar licencia para trabajar con libertad -El presidente de la asociación avisa de que aún existen ilegales

El interior del furancho "A de Pancho", a media tarde de ayer en Corvillón (Cambados). // Noé Parga

Con el decreto de octubre de 2012 con el que la Xunta de Galicia se propuso regular la actividad de los "furanchos", estos establecimientos se vieron en la encrucijada de seguir funcionando como tal, pero con una serie de limitaciones; o reconvertirse en bares, merenderos o restaurantes. La gran mayoría de los de O Salnés tomaron este segundo camino.

Pero la competencia desleal sigue existiendo, con "furanchos" que no pagan impuestos y que permanecen abiertos todo el año, como antes del decreto de la Xunta. El cumplimiento de la ley depende ahora de los concellos, pero ni siquiera todos han aprobado todavía la ordenanza reguladora a la que están obligados por ley.

Antonio Joven, de Sanxenxo, es uno de los que sigue trabajando como furancho. Tanto es así que ya hace unas cuentas semanas que cerró su local. "Yo sigo como furancho. La gente puede traer su cordero, su marisco o lo que quiera y yo les pongo las mesas y los cubiertos gratis, con la única condición de que me compren el vino".

Joven es el presidente de la delegación de Sanxenxo y Meaño de la Asociación de Furancheiros e Viticultores. Es también vocal de la federación provincial, y participó en su día en la mesa de negociación con la Xunta para la elaboración del decreto. Por eso, le duele que siga habiendo balas perdidas que ignoran la ley. "Todavía hay alguna competencia desleal. Los concellos deberían ponerse más firmes con eso. La gente que sigue ilegal no solo están perjudicando a la hostelería, sino que también nos hace daño a los furanchos legales".

No obstante, la situación ha cambiado mucho. Joven explica por ejemplo que en Cobas -una parroquia de Meaño informalmente conocida por algunos como la "capital" de los furanchos en O Salnés- "la mayoría han pedido licencia para bar o merendero. Furanchos puros en Cobas quedan pocos".

Así, hay establecimientos típicos en el rural de la comarca que hoy son restaurantes o bares, aunque en algunos aspectos mantengan la filosofía del antiguo "loureiro". Es el caso del Furancho de Pancho, que está en Cambados. "Ahora somos bar, aunque mantenemos la tradición de lo que éramos", cuenta Isabel González. "Aún hay gente que se trae su comida de casa, o que asa aquí la carne o el pescado que traen ellos. Pero al mismo tiempo seguimos ofreciendo las comidas típicas del furancho, como la tortilla, los pinchos, los huevos o las patatas fritas".

El decreto autonómico de 2012 imponía unas limitaciones a los furanchos para evitar la competencia desleal sobre la hostelería convencional. Así, solo pueden vender los excedentes de vino de su propia cosecha, con lo que no están autorizados a comprar producción a otros viticultores; solo pueden abrir unos pocos meses al año; y únicamente pueden servir media docena de tapas. En realidad, la temporada de los furanchos termina a finales de este mes de junio, aunque la norma sí permita solicitar una prolongación hasta el 31 de julio, siempre y cuando la apertura haya sido también más tardía. Estas limitaciones parecen haber desanimado a más de uno, por lo que decidieron seguir como bar, restaurante o merendero.

Un ejemplo sintomático de ello es el del Ayuntamiento de Cambados, que es uno de los pocos de O Salnés que tiene aprobada y vigente la ordenanza de furanchos. Sin embargo, en su registro solo hay dos locales, que ya están cerrados a estas alturas del año. No obstante, el rural cambadés está lleno de casas de piedra que ocultan tabernas y bares con encanto, que en su día pudieron ser "loureiros" , pero que ahora funcionan casi como un restaurante más.

En Ribadumia, que también tiene vigente su ordenanza, hubo algunos casos de locales que se reconvirtieron desde el punto de vista administrativo en taperías. Pero también hay cinco que han decidido seguir funcionando como "loureiro". De ellos, solo uno ha solicitado por ahora la posibilidad de seguir abierto durante julio. En lo que respecta a los concellos de O Salnés que siguen sin ordenanza, están, entre otros Sanxenxo, Meis, Vilanova.

Arroz con bogavante

"A Miña Casiña", de Vilanova, empezó como furancho. Eran los años en que apretaba la crisis, y la gente quería comer fuera, pero más barato que un restaurante. Así estuvieron un tiempo, hasta que la llegada de unos turistas de Madrid hizo que los dueños de la casa decidiesen darle una vuelta a su idea original.

La cocinera había estado en el Mediterráneo y Asia, y fruto de esos viajes le cogió una mano especial con los arroces. Un día, visitaron "A Miña Casiña" unos turistas madrileños, y le ofrecieron la paella que la mujer había preparado para su familia. A los visitantes les encantó, y los dueños pensaron que igual podían enriquecer la carta con algo más que la "richada" y la tortilla habituales. Pasó el tiempo, y el local actual ha cambiado mucho. Su especialidad es el arroz con bogavante, y han dado un salto de calidad en detalles como la mantelería o la cubertería. Solo venden vino etiquetado, e incluso tienen una página web en la que se promocionan como "taberna típica". Aún así, mantienen en la carta sus primeros platos. "Aquí se puede comer desde siete u ocho euros por persona hasta lo que se quiera", explican.

El "Lourancho", también en Vilanova, empezó igualmente como furancho hace unos 10 años, aunque con el decreto de la Xunta sacaron la licencia de bar. "Como no se podía abrir siempre y había muchos problemas con las tapas decidimos dar el paso", afirman. Eso sí, "aún cerramos dos meses y pico al año en otoño, y mantenemos el mismo tipo de tapas que antes. El único cambio es administrativo y fiscal". En su opinión, el actual marco "es más justo y normal" que el anterior.

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