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El bosque del Umia envejece sin que nadie le asista

Los ecologistas consideran que es necesario sustituir especies autóctonas para que cumpla la función ambiental propia

Invasión de plantas alóctonas en pleno en el curso fluvial. // Noé Parga

Los ecologistas están preocupados por el estado del Umia desde que han comprobado que el agua baja caliente, a 17 grados centígrados, tres más que lo habitual.

Ello tendrá consecuencias si persiste en el tiempo pues los niveles de oxígeno disminuyen proporcionalmente y las especies animales y vegetales autóctonas podrían correr riesgo de supervivencia.

A ello hay que sumar otro problema que todavía puede tener solución y que pasa por la recuperación del bosque de ribera, aunque no estaría de más ampliar el límite de protección.

En caso de que esto requiera una nueva legislación y por tanto dificultades burocráticas insalvables, los ecologistas creen que es necesario intervenir con una renovación de las especies vegetales para sustituir las que se encuentran en su último ciclo vital.

De hecho en el Umia se observa ese avejentamiento en muchos árboles, proceso que es especialmente visible en caso de temporales que provoca la rotura de ramas y desplome de especies a lo largo de todo el curso fluvial.

Así se puede comprobar ahora mismo en Ponte Arnelas donde un enorme ameneiro descansa en el lecho del Umia tras ser derribado por los fuertes vientos del pasado mes de febrero.

La reposición de especies sería un buen paso para que la Administración descubra el estado del principal cauce fluvial de O Salnés, cuya masa arbórea peligra además por la invasión de especies alóctonas, casos de las calas o los plumachos argentinos.

Se trata de especies que crecen casi sin control y que por tanto ocupan el espacio que desde siempre corresponden a helechos, laureles, amieiros, sabugueiros, castaños, que ofrecían la sombra que necesita el río para estar sano.

Y a ello hay que sumar el incívico comportamiento de algunas personas que no han tenido mejor ocurrencia que depositar en las aguas del Umia especies invasoras que ahora proliferan, caso del cangrejo americano, muy voraz con especies propias.

Si a ello se le suma la preocupación de los ecologistas por la posibilidad de que haya nuevos vertidos al cauce fluvial procedentes de actividades industriales o residuos procedentes de traídas urbanas, poco o nada hay que añadir al respecto del estado de salud del Umia.

Los biólogos reconocen que el cauce de O Salnés está degradado desde hace muchos años por lo que las medidas a adoptar requieren estudios muy en profundidad y también una inversión millonaria.

Pero también hay que recordar que hace solo una década que se pudo realizar una actuación integral en el Umia y solo se hizo a medias. Fue con ocasión del accidente de la fábrica química Brenntag de Caldas de Reis que provocó un episodio de contaminación tan grave que requirió de actuaciones urgentes.

Pero el trabajo quedó luego a medias ya que las administraciones nunca más volvieron a testar el estado del río por los daños que se habían causado al entender que se habían corregido en su inmensa mayoría.

Por ello, ciudadanos y ecologistas sostienen que sería positivo realizar un estudio completo de la situación sobre todo en un momento en que el agua es tan escasa que la Xunta ya ha lanzado una primera alerta para que se consuma con moderación.

El Umia es el principal recurso hídrico de O Salnés, del que beben todos los municipios incluso el de Vilagarcía si el abastecimiento del embalse falla.

De ahí que todas las actuaciones tendentes a recuperar este cauce sean fundamentales en estos momentos en que se perciben consecuencias de un cambio climático que podría ser permanente.

El invierno pasado ha sido uno de los más secos de la historia y a la primavera también le quedan pocas semanas para que los embalses recuperen niveles razonables de ocupación.

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