Un discreto beso unió a la cambadesa Pastora Bugallo, 35 años, con la isleña María Fernández, 31, tras la solemne ceremonia civil celebrada ayer en el salón de plenos de la villa del albariño y que se convirtió en una de las bodas del año de la localidad pues las dos novias acudieron con sus mejores galas para hacer pública su apasionada historia de amor que nació a orillas del mar de Cambados.

"Soy vigilante de la cofradía y ella mariscadora", explica María Fernández que estuvo a punto de crear el primer roce de pareja justo después de la ceremonia al revelar que fue Pastora "quien me echó el ojo a mi primero". Ahí nació una romántica historia que ya ha cumplido el primer año y que la madrina de la ceremonia define como "muy bonita y especial".

Y con esa felicidad se presentó la pareja a los vecinos de Cambados. Llegaron en una espectacular calesa tirada por dos caballos frisones y en un descapotable rojo que para sí quisiera Marilin Monroe o las más bellas artistas de Holliwood. En ese momento, la plaza del Concello se iba llenando de público que quería curiosear lo que siempre se curiosea en las bodas, a saber, ¿cómo es el vestido de la novia?. Y razón tenían porque en este caso pudieron disfrutar del vestido de dos novias a la vez.

"Cada cual va más guapa", afirmaba la madrina pues ambas habían escogido el mismo tono rosa palo que les sentaba como un guante. Pastora, majestuosa, de largo: y María, con vestido de volantes por las rodillas para diferenciarse ante un numeroso público embelesado al verlas de la mano tras una ceremonia en la que no faltó ni el más mínimo detalle.

La boda la ofició la concejala nacionalista María José Cacabelos quien tras leer los artículos 66, 67 y 68 del Código Civil les recordó que pasan a ser iguales en derechos y deberes, que han de respetarse y ayudarse mutuamente, que están obligadas a vivir juntas y a guardarse fidelidad para siempre.

Ambas consintieron y se correspondieron con la alianza que muestra esa unión a todos los demás, y a continuación una larga sesión fotográfica que ninguno de los invitados se ha querido perder.

Casi una hora después, la pareja salió a la calle donde fue recibida con una lluvia de arroz y pétalos, además de con una copa de albariño, no en vano se celebraba un brindis público con ocasión de la Capitalidad Europea del Vino que este año corresponde a Cambados.

La ceremonia concluyó con el banquete nupcial en un conocido restaurante de la localidad, en una fiesta que se prolongó hasta bien entrada la noche.

Ahora comienza la segunda parte del cuento de amor que esperan que se titule: La felicidad.