Javier Olleros reabrió las puertas del afamado restaurante Culler de Pau en marzo de 2015 después de someterlo a una reforma para solventar los problemas urbanísticos que habían sido denunciados.

Una vez subsanado el problema el negocio con "estrella Michelin" volvía a funcionar con normalidad, y salvo en periodos vacacionales puntuales en los que cerró sus puertas, no ha dejado de hacerlo desde entonces.

La empresa de Javier Olleros que gestiona el negocio se acogió a la "Declaración responsable para obras y actividades comerciales", por lo que "bajo su responsabilidad" asumía que la actuación urbanística "cumple con los requisitos exigidos por la normativa vigente para su implantación, modificación o desarrollo". Aquella fórmula reconocida por ley permitía a Javier Olleros trabajar con normalidad.

El problema es que al tiempo que Javier Olleros se mostraba radiante por volver al tajo después de varios meses sin actividad, el empresario Óscar Miniño, que ya había provocado el cierre anterior con sus denuncias, volvía a la carga con un nuevo recurso contencioso administrativo y una demanda contra la licencia de reposición de la legalidad concedida por el Concello de O Grove, la misma que queda ahora anulada por el TSXG.

Como se informó entonces el empresario también requirió en varias ocasiones la presencia de la Policía Local, para que tomara nota del funcionamiento presuntamente irregular del establecimiento.