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La obra se paró sin acabar a raíz de la huida a Grecia y de la posterior detención del capo arousano

Laureano Oubiña y su mujer, la fallecida Esther Lago, empezaron a levantar la casona de A Laxe a finales de la década de los 90. Lo hicieron en una finca que era del padre de la mujer, y junto a otras viviendas de la familia. Pero la construcción se interrumpió abruptamente a raíz de la huida a Grecia de Oubiña y de su posterior detención. Meses después, el narco fue condenado por tráfico de hachís e inició una larga temporada en la cárcel. Nunca más se volvió a obrar en la vivienda, que por dentro únicamente tiene las paredes de ladrillo.

En 2012, Oubiña fue condenaron a cuatro años y medio de cárcel por blanqueo de dinero a raíz precisamente de la construcción del chalé de A Laxe. Los magistrados de la Audiencia Nacional consideraron probado que había blanqueado 1,8 millones de euros procedentes del narcotráfico mediante la compra de las fincas necesarias, la construcción del inmueble y la adquisición de un gran solar a pie de playa en Sanxenxo, y le impuso una condena que supuso el regreso de Oubiña a las prisiones, que había abandonado poco antes tras licenciarse por las condenas de tráfico de drogas.

En la actualidad, disfruta ya de la libertad condicional por el blanqueo, aunque tiene que trabajar en una organización social de Madrid que da techo a inmigrantes o extoxicómanos. Sus hijas aún luchan porque las indemnicen por el embargo de su otra joya de la corona: el pazo de Baión.

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