En Meis se dice que el bollo pascual de Paradela obtuvo en su día el récord Guiness por ser el más grande de su tipo en el mundo. Y aunque no exista constatación oficial de la gesta, en la parroquia están muy orgullosos del gran bollo con el que festejan el día grande de San Gregorio. Pero si el dulce es de récord por sus dimensiones -más de 10 metros cuadrados, y con 6.000 huevos encima- no lo es menos el vecindario.

Porque en una época en la que docenas de fiestas y romerías están en peligro porque la gente se desentiende de ellas y apenas quede quien quiera organizarlas, en la de Paradela se percibe lo contrario. Sucede con su Semana Santa viviente, que ya es de Interese Turístico Galego, gracias en parte a la implicación de los vecinos, y sucede también con el San Gregorio.

Más de 30 personas trabajaron directamente ayer en la fiesta, ya fuese cortando el bollo, asando el churrasco y preparando las raciones o incluso portando los santos. Lo importante era echar una mano.

Trabajo había de sobra, puesto que hace años que el San Gregorio de Paradela, o la fiesta del bollo dejó de ser doméstica, y ahora atrae a miles de personas, llegadas muchas de ellas de otros municipios de la comarca, e incluso de fuera de ella. Ayer, por ejemplo, había autobuses de Mos y O Morrazo aparcados en las inmediaciones del Campo da Boca. Se repartieron cerca de un millar de raciones, pero el número de asistentes fue mucho mayor, puesto que hubo gente que acudió solo a las celebraciones religiosas o que llevó la comida de casa.

El bollo hizo su entrada triunfal en el campo de fiestas sobre el remolque de un tractor, engalanado con la bandera de Galicia hacia las 12.30 horas. Acto seguido comenzó la misa, mientras los más previsores se colocaron en la cola para comprar los tiques. No era para menos, puesto que cuando se recogió la procesión, hacia las dos, dicha cola ya era de más de un centenar de metros.

En la procesión participaron activamente el alcalde, José Luis Pérez, que portaba el estandarte, y el primer teniente de alcalde -y presidente de la comunidad de montes de Paradela-, Eugenio Fernández, que abría la marcha con la cruz.

Concluidos los actos religiosos, dio comenzó la parte más lúdica de la romería. La ración de bollo pascual se servía con churrasco y una botella de vino, al precio de cinco euros por persona. Pero muchos también llevaron de casa su propia comida, como empanadas y bocadillos. También había una pulpeira y puestos de rosquillas para quienes olvidasen el postre.

Las mesas de piedra del merendero que existe en la zona estaban ocupadas desde temprano, al igual que gran parte de la carpa habilitada por la comisión de fiestas, en la que unos esperaban mientras otros iban a comprar el bollo y el churrasco.

La comisión retomó esta fiesta hace ahora 25 años, y el actual presidente, Fernando Silva, se muestra muy orgullosos del apoyo que reciben de sus vecinos y amigos. "La gente se implica y está contenta porque ve que esto cada año que pasa va a más. Ahora la gente ya viene para pasar el día entero aquí".