Alumnos de 11 colegios de la comarca verán este curso la obra de Teatro Caracol, "Invasores". Se trata de una pieza coescrita por la directora de la veterana compañía aficionada, Olga González, y por la encargada de iluminación, Elena Vieites, que remite al drama de los refugiados sirios. También habrá dos funciones para el público general, que son este domingo en el instituto Francisco Asorey, a las 18.00 y las 20.00 horas. Las funciones empezaron el miércoles, y Olga González afirma que los niños han respondido muy bien al espectáculo. Como actriz, González tiene experiencia en películas como "Entreparadas", "La declaración de los objetos" y "El color del miedo".

-¿Qué tal fue el estreno?

-Muy bien. Les gustó mucho a los niños y se metieron de lleno en la historia, a pesar de que los más pequeños eran de solo tres años. Estamos muy contentos.

-¿Tratar el drama de los refugiados era una obligación moral para la obra de este curso?

-En un primer momento no era ese el objetivo. Empezó porque queríamos hacer una obra del espacio, y tanto Elena Vieites como yo empezamos a escribir algo. Fue cuando empezamos a poner en común los dos textos cuando surgió la idea de que fuesen los terrícolas los que saliesen esta vez al espacio, y la vinculación con lo que le está pasando a los refugiados.

-Han recurrido a una obra de ciencia ficción para abordar una problemática actual. ¿Son la ciencia ficción y la literatura negra los géneros ideales para contar historias realistas para quienes no quieren leer literatura realista?

-Lo que está pasando con los refugiados es real e irreal a la vez. Es real porque el problema que tienen es verdadero, e irreal porque las excusas que está dando Europa para acogerlos son mentira. Se les dice que aquí no hay sitio para ellos. ¿Pero cómo que no hay sitio? Esto es muy grande, y cabemos todos.

-¿Preocupada por el mundo en el que van a tener que vivir los niños que acuden a ver sus obras?

-El mundo que les estamos dejando a nuestros hijos es muy triste. Los valores están por los suelos. Aunque tengo la esperanza de que estos niños y jóvenes intenten cambiar el mundo.

-Teatro Caracol cumple 25 años en 2018. La efemérides merece una celebración especial.

-El otro día estuve haciendo una lista de la gente que pasó por Teatro Caracol, y me salieron más de 200 personas, que se dice pronto. Obra de teatro sí que haremos, pero aún no hemos pensado muy bien qué más se hará. A lo mejor también es el momento de que haya un relevo, porque aunque esto me gusta un montón y disfruto muchísimo, la edad también va pesando. La semilla está puesta y hay gente muy válida para seguir con esto.

-Teatro Caracol empezó con un grupo de padres que quería darle una sorpresa a sus hijos. Ahora que esos niños ya son adultos, ¿qué es lo que les mantiene unidos?

-A la gente le gusta. Tenemos muy buen ambiente y no dejamos que los problemas de fuera traspasen la puerta del salón de actos del instituto. Y si surge un problema durante los ensayos o la preparación de la obra, lo dice en alto y se habla. Por el momento el sistema ha funcionado.

-¿No se les quedan cortas dos semanas para los colegios interesados en ver sus obras?

-En octubre le mando una carta a todos los colegios, y atendemos a los que nos llaman en un plazo.

-Sus actuaciones para el público general son muy contadas. ¿No les pica el gusanillo de salir más?

-Este año hemos tenido ofertas para ir a Barrantes y Vilagarcía, pero no es fácil, porque la gente tiene distintos horarios de trabajo y necesitaríamos un camión para transportar los decorados.

-Desde hace unos años prefieren escribir sus propios libretos en vez de adaptar los textos de otros autores. ¿Es así más gratificante?

-No es algo premeditado. Por ejemplo, ahora tengo una obra de un escritor guardada que al principio no me hacía mucha gracia, pero que en cambio a mis compañeros sí que les ha gustado, y que a lo mejor es la que representamos el año que viene.