Saúl Otero es una de esas personas que aunque no esté físicamente en un lugar, lo está de corazón. O tal vez nunca se va del todo de ninguna parte. Por eso regresa cada cierto tiempo a las playas de Sanxenxo que le vieron corretear de niño, o a Cambados, donde pasó gran parte de su carrera como profesor y donde aún le espera una legión de amigos.

El viernes por la noche tendrá la oportunidad de reencontrarse con ellos con motivo de la inauguración de "Chispas e virutas", una exposición con la que el artista regresa regresa a dos de sus patrias: Cambados -vive en Pontevedra desde poco después de jubilarse-, y la memoria de la infancia.

En "Chispas e virutas" no hay un solo Saúl Otero, sino varios. La exposición es en el pazo de Torrado, que cuenta con varias salas separadas por tabiques y de tamaño y ambiente diferentes -la propiedad fue antiguamente una casa-, lo que permite organizar las muestras en espacios heterogéneos, con estilos, técnicas y temáticas diferenciados.

Así ocurre en esta exposición, de modo que en la entrada el espectador podrá ver algunos cuadros de las "Neuromanías" de mediados de la década pasada; en otra, esculturas para colgar elaboradas muchas de ellas con maderas o restos de metal escupidos por el mar a la playa; en una tercera los carboncillos sobre papel que el artista pintó en 2005 durante un viaje por Polonia y Alemania; y en una cuarta las acuarelas dedicadas al cine gallego. En las demás salas del pazo los visitantes encontrarán más escultura o cuadros de otra de las series icónicas de Otero, como fue la de "Lideiras".

Esta será la primera exposición individual de Saúl Otero en Cambados desde hace más de 15 años. Nacido en Arnosa (Vilalonga), es conocido por el gran público por su obra abstracta. Siendo profesor también desarrolló varios programas educativos sobre arte con alumnos de Primaria, en los que implicó a docenas de creadores de la comarca de O Salnés.

La exposición de Otero en el pazo de Torrado permanecerá abierta hasta el 26 de marzo, y puede visitarse de martes a domingo, entre las 17.00 y las 20.00 horas.

La memoria

"Chispas e virutas" es en muchos sentidos un canto a la memoria. A muchos tipos de memoria. Así, en la exposición está la memoria del mar que conoció Saúl Otero de niño, y que queda patente en el título de varias de las creaciones: "Serrón de ribeira", "Flotadores de San Tomé", "Perlas de mar", "Un curruncho da Lanzada", "Algas da Pragueira", "Ostras de Cambados"..,

Es también memoria de personas que fueron importantes en la vida del artista, como su abuelo carpintero, a quien le dedica el "Serrón de ribeira", cuya hoja doblada sobre sí misma muestra una inquietante tensión. Y está la memoria del propio artista, de lo que ha sido su devenir durante los últimos veinte años.Es ahí donde se pueden encuadrar las "Neuromanías", esos cuadros en los que Otero quiso dibujar un mapa imaginario tanto de sus neuronas fisiológicas como de sus neuras y obsesiones mentales. O los acrílicos con tinta china de las "Lideiras". O sus coloristas retratos de Blanco Amor, Carlos Casares, Chano Piñeiro y su entrañable personaje "Caladiño".

Pero que la memoria tenga mucho protagonismo en esta muestra -la primera que organiza este año en Torrado la Concellería de Cultura de Cambados- no excluye que haya mucha obra nueva. Es ahí donde surgen sus dibujos de 2012 o las "Chipas e virutas", la reconstrucción que Saúl Otero hace de los pedazos de madera, de los hierros oxidados y de los trozos rotos de cristal que el mar arroja a las playas, y que él busca y recolecta con la paciencia de un cazador de tesoros.

Elementos a los que da una nueva vida en su taller, fusionándolos, moldeándolos según su memoria. La madera ha cobrado una importancia mayúscula para Otero, y en su escultura ha reinventado botellas, alambres, perchas, redes... "Yo el mar lo llevo dentro, y voy a la playa a buscar recuerdos, tesoros", señala un artista para quien ambas palabras podrían ser sinónimas.