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El retraso del "Mark" con ilustres militares

El capitán general Lechambre visitó la división de Santiago gracias a la singladura del buque alemán con emigrantes gallegos

Vista de Carril y Cortegada a donde llegó a principios del siglo XX el buque de emigrantes "Mark". // N.P.

El por entonces capitán general de Filipinas, general Polavieja, organizó un mando divisionario para someter a los rebeldes, al mando del general Lachambre, el cual tendrá bajo su mando a tres brigadas dependientes de los generales Pedro Cornell, José Marina Vega, y Nicolás Jaramillo, todo lo cual suponía, mil voluntarios, un escuadrón de caballería, una sección de artillería incluyendo una batería de montaña y otra montada, una compañía de 150 soldados de ingenieros, y como medio de transporte "media brigada y 600 chinos".

Todas estas cifras, no tienen nada que ver con lo que se consideraba una formación militar de tipo división. Tenía el nombre, pero no la cantidad de hombres necesaria, de acuerdo con los cánones militares. Poco más podía hacer el general Polavieja, teniendo en cuenta que el total de soldados destinados en Filipinas era de alrededor de 18.000 hombres, cifra a todas luces pequeña para una posesión tan extensa, además repartida en infinidad de islas. Había además, tres tercios de la Guardia Civil, formados por personal filipino, poco fiable por lo tanto. Se le encargó al general Lachambre la línea de penetración directa, en enero de 1897, mientras una brigada al mando del general Francisco Galbis Abella ejecutaba una maniobra de diversión.

Tras intensos combates, finalmente la división Lechambre toma Cavite, mientras el general Polavieja solicita un envío de 20.000 desde la península y lo único que consigue es que le destituyan, siendo nombrado nuevo capitán general de Filipinas, el teniente general Primo de Rivera, y aunque posteriormente siguieron algunas operaciones, estas fueron de menor intensidad, hasta que el 23 de diciembre de 1897 los sublevados se acogen al indulto del gobierno español, dejando las armas. Meses después vendría la intervención norteaméricana y todo se perdió.

José Lachambre Domínguez había sido nombrado capitán general de Galicia por R.O del 1 de marzo de 1899, cuando ostentaba el título de teniente general, y permanecería en territorio gallego hasta el 9 de julio de 1902.

A finales de julio de 1899, el general Lachambre tenía dos propósitos para el próximo mes de agosto: visitar la guarnición de Santiago de Compostela, para después pasar unos días de vacaciones tomando las famosas aguas de La Toja.

Había un pequeño problema: el viaje desde Coruña a Santiago para visitar a su guarnición, tenía que ser en coche de caballos, molesto por lo tanto a pesar de sus espartanas costumbres. Entonces se le ocurrió que podía coger en el puerto de Coruña el vapor "Mark", que tenía que hacer escala en Vilagarcía antes de iniciar su definitivo viaje a Argentina cargado de emigrantes, y desde la estación de Carril, coger cómodamente el tren hasta Cornes, en Santiago, visitar la guarnición, volver a coger el tren hasta Carril, y desde aquí, cómodamente trasladarse a la isla de La Toja para tomar sus aguas.

El vapor "Mark" era un buque de la compañía Lloyd Norte Alemán, cuyo consignatario en Vilagarcía era Luis García Reboredo, y en Santiago Manuel Morales.

Al mando del capitán H. Arheus, el "Mark" había iniciado la ruta gallega con destino a las Américas, con escalas en Vilagarcóa el año 1894, y duraría hasta el año 1899, por lo que es posible que el viaje en que transportó al capitán general fuera uno de sus últimos.

La Gaceta de Galicia de fecha 1 de agosto relataba que el general Lachambre, "embarcó en aquel vapor a las seis de la tarde del sábado, esperando estar en Carril a la madrugada del domingo, a fin de utilizar el primer tren y trasladarse a Compostela, revistiendo las fuerzas del ejército, antes de marchar al repetido balneario".

Larga espera en Santiago

Ante la noticia de la llegada a Carril del capitán general, a las 10 en punto de la mañana del domingo, ya estaban en la estación de Cornes, de Santiago, las autoridades municipales y oficiales del ejército para recibir al general Lachambre en el tren de la mañana, pero llegó el primer tren y el capitán general no bajó del vagón. Por otra parte, Manuel Becerra Armesto, que posteriormente sería alcalde de Pontevedra y emparentado con el poderoso Eugenio Montero Villegas que casó con su hija, se había desplazado desde A Coruña a Carril, para recibir en el muelle al capitán general.

Como el "Mark" no llegó a Carril a la hora esperada, Becerra Armesto telegrafió a Cornes comunicándole el atraso, pero las malas condiciones del telégrafo impidieron que llegara la noticia a las autoridades que estaban esperando en la estación. Total, que la comitiva de Santiago esperó y esperó, hasta que el convoy con el capitán general partió de Carril a las ocho y media de la tarde acompañado del alcalde de aquella localidad y el gerente de la compañía Juan Trulock, (el antecesor de Camilo José de Cela) "que puso a disposición de la primera autoridad militar un magnifico coche reservado de primera".

Mientras tanto, en la estación de Cornes, de Santiago, y tras esperar desde buena mañana la llegada del capitán general, las autoridades marcharon a sus casas hasta saber la hora exacta en que llegaría, que no sería ¡hasta las diez y media de la noche!

De nuevo, se juntaron las autoridades militares francas de servicio, tales como el coronel Ibáñez que ostentaba el cargo de comandante militar de la plaza, el coronel Orozco, jefe del regimiento, y otros jefes y oficiales, con una representación municipal, que ostentaba el segundo teniente alcalde, Casimiro Torre, y los concejales, Rego y Poch Moreno. Pero ¿Qué había pasado para que el "Mark" llegara con tanto atraso a Carril?

El periódico "La Gaceta de Galicia", iniciaba la crónica diciendo que el piloto práctico de costa era "conocedor como pocos de los peligros que ofrecen al navegante la gran extensión de bajos y escollos sembrados en casi todo lo que se extiende desde las islas Sisargas a la de Sálvora". El relato del viaje fue el siguiente: "El Mark navegó en calimón desde su salida hasta cabo Vilano con viento franco del nordeste, llegando a dicha altura a las diez y media de la noche, viéndose solo a intervalos de media hora la luz del faro que se ocultaba por la densa niebla hasta las doce de la noche que se cerró ", con lo que el vapor tuvo que reducir su marcha a cuarta de máquina, teniendo además en cuenta lo peligrosa que era esta costa.

Añade que "se sondeó en ciento cuarenta brazas que iban reduciéndose y al llegar a las setenta, se dispuso que el barco aguantase sobre su máquina. En esta situación se mantuvo hasta las diez de la mañana en que empezó a despejar algo la niebla, conociéndose entonces a Corrubedo y poco después a la isla de Sálvora. Franca ya la entrada de la ría se dirigió al fondeadero bajo el gobierno del práctico del puerto José Núñez, y a donde llegó en poco tiempo, porque apenas nos avisaron de que el vapor se hallaba a la vista, y nos dirigimos al muelle de hierro, ya estaba aquel anclado enfrente de Villajuán".

Recibimiento

Le fueron a saludar el comandante de Marina Cuervo, Becerra, Lisardo Barreiro como director de Sanidad, el comandante de la Guardia Civil, Alejandro Ceballos Escalera, acompañado de un teniente del mismo cuerpo, y el de carabineros, "con otros señores vestidos de paisano que no conocíamos".

Tras los saludos, se dirigieron todos en el vaporcito de La Puebla, hasta el muelle de hierro en que fue recibido el capitán general por el alcalde de Vilagarcia y varios concejales, que acompañaron al general Lachambre hasta la fonda "La Argentina", para descansar después de una travesía tan alterada.

Aprovechó el periodista de "La Gaceta de Galicia" para conocer el "Mark", del cual dijo que aunque no era de los principales de la compañía, se trataba de "muy bueno y de construcción reciente, siendo de admirar la limpieza y orden que en él imperan, como la buena distribución de los departamentos; en dicha gran mole de hierro nos llamó la atención la parte destinada al pasaje de tercera, que visitamos con más interés que la de primera. Algunos individuos de dicha tercera clase venían de La Coruña; les oímos alabar el buen trato de la oficialidad y demás tripulación, aún dentro de la seriedad del carácter alemán. También nos respondieron satisfactoriamente al preguntarles por la comida que les daban".

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