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El paraíso de San Ero se descubre junto al monasterio

El agua de varios afluentes realza la belleza de uno de los parajes más singulares, atractivos y medicinales de la comarca saliniense

Un rudimentario acueducto resiste el paso del tiempo. // Iñaki Abella

La riqueza natural de Armenteira hay que descubrirla despacio para disfrutar de un paisaje al que le susurra el agua que baja con fuerza en esta época del año desde la cumbre del Castrove.

Son cauces que no se detienen porque alimentan uno de los espacios mas paradisíacos de O Salnés, tanto que embriagó a San Ero, abad y fundador del monasterio declarado Monumento Histórico Artístico, cuya visita es obligada por su sobria construcción hacia poniente para aprovechar hasta el último rayo de luz natural.

Aconsejada la visita al conjunto histórico y a sus jardines, así como a la moderna fábrica de jabones de las monjas cistercienses que lo ocupan, no se puede olvidar su entorno sobre el río Armenteira, el Laxe y el Coira, entre otros cauces de agua limpia y cristalina.

No es por tanto de extrañar que todo el entorno esté salpicado de fuentes para que el peregrino calme su sed. Las hay de todas las épocas, incluso modernas, sin necesidad de cubrir más de cien pasos.

También lavaderos, más recientes, que todavía hoy utilizan los vecinos que disfrutan todo el año de uno de los parajes más singulares de la comarca.

Y como el agua es la esencia misma de Armenteira no podían faltar sus molinos, muchos de ellos todavía en muy buen estado de conservación a pesar de que superan los dos siglos de antigüedad.

Destacan en el entorno del recinto monástico de Armenteira los molinos de cubo de Buraca, pertenecientes a dos grupos de cuatro o cinco vecinos, explican en la localidad. Aunque son solo dos y ya no fabrican harina como antaño si llaman la atención del paseante por su perfecta integración en el paraje fluvial en el que se asientan, muy cerca también del río Chanca, que sobre todo lleva agua a la localidad de Meaño.

Algo más arriba se encuentra otro molino en estado ruinoso. Su propietario reconoce que se trata de una construcción curiosa pues incluso cuenta con un antiguo, pequeño y rudimentario acueducto a través del cual el agua ganaba fuerza para caer en vertical para mover las aspas.

Más arriba, aunque solo a unos 500 metros, se encuentra otra construcción que debió ser parecida pero que se ha transformado en una especie de garaje, al lado de una hermosísima cascada que estos días baja con enorme fuerza.

Y como la diosa naturaleza ha sido tan espléndida en este entorno, el hombre también le ha regalado otras ofrendas.

Así son numerosos los cruceiros y también las imágenes que se pueden disfrutar en este entorno rural que tanto tiene que ofrecer al visitante.

Por ello hay cruceiros en cuanto se juntan los caminos que vertebran el lugar de Armenteira, incluso en medio del monte, en lo que hoy se considera el comienzo de la senda del Chanca.

No faltan tampoco en la Ruta da Pedra e da Auga o en el propio monasterio para presidir el atrio de la iglesia. Y algunos también en casas, como el dedicado a Santiago Apóstol, junto al río Laxes, un conjunto privado que se completa con fuentes, estanques, hórreo y palomar.

También llamativas son las imágenes religiosas que presiden las entradas a algunas viviendas privadas como la figura de una Virgen con el Niño, labrada en piedra, sobre lo alto del muro de una casa del lugar.

Y no es de extrañar tanta ofrenda porque el lugar regala también otras riquezas, en especial la botánica con especies medicinales como la sobreira, cuyos frutos son los astringentes más poderosos que se conocen y tienen efectos antiinflamatorios y analgésicos; el laurel que se emplea como tónico estomacal; la abeleira, cuya semilla es eficaz contra las lombrices, el vimieiro (arbusto de vimbios), cuya corteza contiene salicina, de la que se obtiene el ácido salicílico con el que se fabrica la tradicional aspirina.

En suma un paseo que alivia cualquier dolor de cabeza.

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