O Salnés y Ullán tardarán mucho tiempo en curar las cicatrices que les han dejado los temporales de la semana pasada. Galpones tirados, bateas arrojadas contra las playas, pistas secundarias llenas de ramas de árboles, iglesias destechadas... La labor de reconstrucción será titánica. Y aún hay vecinos que no pueden hacer vida normal en sus casas.

Es el caso de los residentes en el número 124 de la avenida Rosalía de Castro, entre Vilagarcía y Carril. Siguen sin gas, y no confían en que les restablezcan el servicio antes del miércoles. Esto está abocando a las 20 familias afectadas -entre las cuales suman entre 75 y 100 personas- a vivir a caballo entre sus pisos y las casas de familiares, ya que ahora mismo no pueden ni cocinar ni usar agua caliente.

Uno de los más perjudicados de este edificio fue el exteniente de alcalde de Vilagarcía, Xosé Castro Ratón, ya que vive en un quinto piso. "Más que siniestro fue una catástrofe", declaró ayer. En este inmueble el viento desplazó las chapas metálicas de la cubierta y las enrolló las unas sobre las otras como si fuesen una lata de sardina. Otras fueron arrancadas de cuajo y se desplomaron sobre el aparcamiento en planta semicubierto que tienen los vecinos por detrás del edificio o hacia la propia calle.

"Entre la noche del viernes y el sábado se filtró agua al piso, y he estado dos días sin luz. Espero que esta tarde -por la de ayer- ese problema quede solucionado", asegura Castro Ratón. Pero eso no significará, ni mucho menos, que ya esté todo hecho. "Aún queda mucho por hacer. Hay escombros en el pasillo de los trasteros, láminas de la cubierta por el suelo del aparcamiento y encima de los coches. Es posible que una parte del siniestro tenga que ser cubierto por el Consorcio", añade.

En O Grove, la cofradía se reunía ayer por la tarde con los armadores para pedirles que retiren los aparejos y redes del dique de abrigo, ya que éste sufrió daños durante la galerna, y Portos de Galicia se ha comprometido a acudir entre esta semana y la próxima a reparar los desperfectos. Este dique consta de tres módulos de unos 10 metros de largo cada uno, y están unidos por cadenas, que es donde se produjeron los daños durante el tren de borrascas. Asimismo, el patrón mayor grovense, Antonio Otero, explica que "a raíz de estos temporales nos está entrando algo de agua en la lonja, donde tienen su oficina los vigilantes, y ya hemos dado aviso para que vengan a repararlo".

Y mientras tanto, aún siguen produciéndose algunas incidencias, aunque sin la gravedad de las del viernes y el sábado. Sobre las 13.00 horas de ayer, los bomberos acudieron a una vivienda deshabitada de la calle Esperanza, en Carril, para retirar el cristal de una claraboya de la cubierta, que se había desprendido por el viento.