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San Blas se refugia en la ermita

Los fieles desafían las inclemencias para hacerse con uno de los 1.200 bollos de pan que se repartieron en las misas celebradas a cada hora en la parroquia de Simes

El grupo de música gallega Os Cruceiros, en Simes. // Noé Parga

Aún sabiendo que la jornada podía ser aciaga para el negocio a causa del mal tiempo, en Simes los puestos de cera, rosquillas, churros, pan, quesos y jamón, empezaban a apostarse en las márgenes de la Po- 303, instantes después de las ocho de la mañana para estar listos ya para misa de nueve. Los oficios religiosos se sucedieron a cada hora, mientras el atrio de la vieja iglesia románica, era amenizado entre escampadas por el grupo de gaitas "Os Cruceiros" de Tremoedo.

Por su parte la Policía Local coordinaba el dispositivo de seguridad de las inmediaciones de la carretera en una jornada que resultaba sin imprevistos, pero sí con mucha menos gente que en anteriores ediciones, evidenciada sobre todo en las horas centrales del día.

Eso sí los devotos pudieron disfrutar de la nueva imagen de la iglesia con un suelo totalmente remozado, al haberle sido retirado el antiguo terrazo y sustituido por un firme de piedra serrada, una obra sufragada por la propia parroquia de Simes y que supuso una inversión de 15.000 euros. Por ello se observó un esmero especial en la jornada de ayer con la cera de las velas.

A las 13.00 horas se celebraba la misa solemne, cantada por el coro San Miguel de Lores. La lluvia frustró la procesión que este año no pudo salir alrededor del templo. Por la tarde las misas se repitieron en horarios de 18, 19 y 20 horas. Precisamente fue tras la misa de seis que, bajo un porche lateral de la iglesia, se procedió a la subasta de media docena de gallos de corral y algunas docenas de huevos, una antigua tradición que el San Blas de Simes quiere así recuperar a partir de las aves entregadas a modo de ofrenda por algunos devotos.

Dos tradiciones más ligadas al santo se daban cita en esta localidad. Por una parte el poder llevarse cada devoto a casa unos de los pequeños panecillos sanadores de San Blas, bendecidos en la misa de 9, y que en esta ocasión se repartieron en una cifra de 1.200. Y la otra besar al término de oficio religioso un relicario que guarda en su interior un minúsculo hueso atribuido al santo. El particular tesoro fue encontrado por el párroco en una vieja cómoda de la rectoral y, tras limpiarlo, decidió retomar en 2014 la vieja costumbre de darlo a besar. En su interior conserva en un pergamino con un sello original de autentificación por parte de Roma que data de 1918. Los ancianos de la localidad recuerdan el ritual que se mantuvo hasta los años 40.

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