El pazo de Torrado, en Cambados, acoge hasta el 8 de enero una de las exposiciones de arte más destacadas del año en O Salnés, "Cambados e o FOGA". Se trata de una muestra que recupera obras del "Fato Ounirista Galego", movimiento al que estuvieron vinculados a mediados y finales de la década de los 70 los artistas cambadeses más importantes de la actualidad, Manolo Paz, Lino Silva y Francisco Leiro. El primero de ellos recuerda que "el ambiente artístico en los años 70 en Galicia era muy conservador, y nosotros fuimos rupturistas porque teníamos que aportar algo distinto".
La sala está abierta al público de martes a domingo, entre las 17.00 y las 20.00 horas, y ya han pasado por ella cerca de 300 personas. En el primer fin de semana registró las mejores cifras de visitantes, con gente llegada hasta de Santiago. Además, mañana lunes recibe una visita educativa guiada de alumnos del instituto Ramón Cabanillas.
Para Lino Silva, ha sentido "un aire de nostalgia", al reencontrarse tanto con obra suya de hace 40 años que no veía desde esa época -los cuadros de Silva que están colgados en Torrado proceden de colecciones privadas- como con unos compañeros de generación con los que compartió la bohemia compostelana. "El cento de referencia de aquella época era el pub Matisse", recuerda.
Manolo Paz también destaca que la exposición, "me ha hecho viajar en el tiempo" y recordar su época en la Escola de Artes e Oficios Mestre Mateo. De aquella época son sus cuadros-esculturas de la serie "Cuadros de zapatillas", creados con ropa y zapatillas suyas usadas. "En vez de tirarlas las reciclaba haciendo collages", recuerda.
Una apuesta que no siempre era comprendida. De hecho, cuenta que la serie constaba de unos 20 cuadros, pero que solo se conservan tres o cuatro. Los otros estaban expuestos en pubs, y supuestamente terminaron en la basura cuando estos eran traspasados, y los nuevos gerentes los tiraban para poder redecorar el local. La muestra es por tanto una ocasión para observar como eran Lino Silva, Manolo Paz o Francisco Leiro hace 40 años, cuando todavía eran jóvenes creadores anónimos. "El tiempo ahora pasa rapidísimo, pero entonces era una eternidad", rememora Paz.
