-Da la sensación de que a los niños traviesos de antes ahora se les identifica como hiperactivos. ¿O es cierto que los problemas de relación y comportamiento se han multiplicado con el paso de los años?
-Ahora mismo la sociedad es hiperactiva. Una madre trabaja, cocina, va al gimnasio.... Los niños se mueven en esa misma dinámica de la sociedad. Vivimos en una sociedad mucho más estresada que hace veinte años. Existen niños hiperactivos, casi como una forma de adaptarse al mundo. El niño tranquilo es raro. Los videojuegos le fomentan más la ansiedad. Si hay un diagnóstico del neurólogo y se ve que esta hiperactividad se debe medicar se debe hacer, aunque quizá hay cierta tendencia a medicar demasiado.
-¿Cómo sería reconducible la conducta de un niño que pega, agrede o intimida?
-Puede reconducirse. Si no se cree en la rehabilitación no existirían las cárceles. Por ejemplo si se le valoran más las conductas positivas que las negativas. Que se halague lo positivo más que recriminar lo negativo. Hay que cambiar las etiquetas y los estímulos con un trabajo bien encauzado.
-Quizá una escuela de padres puede ser otro instrumento muy eficaz para prevenir muchos de los problemas posteriores en la convivencia.
-Es que debe haber un trabajo de equipo muy fluido. El terapeuta o el psicólogo sin más ayuda que la del propio niño no puede hacer nada. Tiene que haber una implicación, trabajo, colaboración de la familia y de la escuela, respetarse.... Todos debemos ir de la mano porque con una buena educación global y un trabajo estructurado todo se puede solucionar.
