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Raúl Alfonsín, un demócrata con raíces en Ribadumia

El presidente de Argentina visitó emocionado en 1984 el pueblo de Casaldarnos en el que nacieron sus abuelos

Último homenaje que Ribadumia rindió al presidente argentino Raúl Alfonsín en 1984. // Iñaki Abella

Ya el día de la llegada a Ribadumia, comentaba el presidente a un enviado de la televisión argentina que "siempre es bueno conocer a fondo todo lo que han hecho los mayores", y posteriormente, ya en la aldea de Casaldarnos, en un improvisado discurso les decía a los paisanos lo siguiente:

"Yo he venido acompañado espiritualmente por vuestros compatriotas de allá, y cuando regrese, procuraré llevar todo esto que he visto en dos días maravillosos, y dar testimonio de la calidez de una bienvenida que guardaré en la memoria, para que ellos, los que no pudieron volver, se sientan reconfortados al pensar que ustedes están realizando la tarea que ellos hubieran querido hacer".

Ya ante los restos de la casa de sus antepasados, y como testigos a más de mil personas, dijo que, "de esta casa partió hacia Argentina mi abuelo. Él no pudo volver. Llegaron sin embargo, mis padres a saludarle. No pueden volver tampoco. Así que me siento, además de emocionado, como si estuviera tocando en estos muros modestos y humildes un pedazo de historia que adquiere vida en el afecto que ustedes me ofrecen".

En medio del recibimiento y atenciones de tanta gente, diría emocionado Raúl Alfonsín que, "de los gallegos de allá, han llevado su trabajo, su honradez y generosidad, han dejado allí para siempre la huella de la hidalguía y el señorío gallego".

Pero ¿quiénes eran los antepasados de este presidente de la República Argentina que un día partieron hacia las Américas?

Todo se inició, cuando su abuelo fue bautizado en el año 1857 por don Carlos Lois, párroco de Santa Eulalia, según consta en el libro de bautizados de la parroquia:

"En la iglesia parroquial de Santa Eulalia de Ribadumia, a diez y siete días del mes de octubre, año de mil ochocientos cincuenta y siete, yo, Don Carlos Lois, cura párroco y rector propio de ella, bauticé solemnemente y puse los Santos Oleos a un niño que había nacido el día 15 de dicho mes a la una de la tarde, hijo legítimo del matrimonio de José Alfonsín y María Feijóo, vecinos de esta parroquia y lugar de Casaldarnos. Púsele de nombre Serafín. Abuelos paternos José Alfonsín y Rosa Cores, vecinos de esta referida parroquia y lugar de Mamuela. Maternos: Benito Feijóo y María Barreiros, vecinos de esta expresada parroquia y lugar de Casaldarnos. Fueron sus padrinos, su abuelo Benito Feijóo y su hija, vecinos de esta parroquia a quienes advertí el parentesco espiritual y más obligaciones que contrajeron".

Serafín quedó con sus siete hermanos en Casaldarnos hasta que emigró a la República Argentina, lugar de elección de la mayoría de los que salían del puerto de Vilagarcía.

Tras algún tiempo en Buenos Aires se trasladó a Chascomús, un pueblo situado a unos 120 kilómetros de la capital, y que unos años antes de la llegada de Serafín Alfonsín, había funcionado como puerto alternativo al de Buenos Aires, especialmente en los momentos en que la capital fue bloqueada por las guerras, tal como ocurrió en las contiendas con Brasil o Francia.

Fue esa, la época en que Serafín Alfonsín trabajó en dicho municipio sobre todo dedicándose al comercio, llegando a regentar unos grandes almacenes precisamente, cuando alcanzó la categoría de ciudad. Tanta importancia fue su actividad comercial y social en Chascosmús, que llegó a ostentar el cargo de vicecónsul de España en la ciudad.

Su influencia popular en este municipio fue tan grande, que la iglesia y el pueblo admitieron que la patrona se llamara Santa Eulalia de Chascomús, en honor y recuerdo de su parroquia de Ribadumia. Diría en alguna ocasión Serafín, que eligió este pueblo, por el gran parecido que tenía con el suyo.

Mientras tanto, otros cinco hermanos emigraron también a Argentina, llegando a ser una familia de lo que se llamaba "de fortuna" entre la emigración gallega.

Se casa Serafín Alfonsín con la argentina de origen vasco, María Cecilia Ochoa, de la que nacerán siete hijos, y uno de ellos, Serafín Raúl, casará con Ana María Foulkes, padres del que sería presidente de Argentina, Raúl Alfonsín.

Tanto Raúl Alfonsín, como sus hermanos renunciaran más tarde a la parte de la herencia que les pudiera corresponder de las tierras de Ribadumia, cediéndolas a los familiares que quedaban en el municipio.

El presidente argentino había nacido en 1927, y como dato curioso de su época juvenil, es que cuando realizó sus estudios secundarios tuvo como compañero de clase a Leopoldo Galtieri, que con los años se transformará en teniente general y miembro de la Junta Militar que dominó Argentina en la reciente época dictatorial.

Su vida política estuvo estrechamente ligada al partido Unión Cívica Radical, formación veterana fundada en 1891, que a lo largo de la historia argentina tuvo a presidentes tan importantes como, Hipólito Yrigoyen, Arturo Frondizi, Macelo Alvear, Fernando de la Rúa y el mismo Alfonsín.

La vida del presidente Alfonsín estuvo caracterizada por su decidida defensa de los derechos humanos, antes y durante la última dictadura cívico-militar argentina (1976-1983), conocida oficialmente como Proceso de Reorganización Nacional.

Tiempos convulsos

En esta primera etapa previa a la actuación militar, fue una de las personas que fundó la llamada "Asamblea Permanente de los Derechos Humanos", que tuvo lugar en 1975 en la Casa de Ejercicios Espirituales dependiente de la Iglesia de la Santa Cruz.

Durante la dictadura cívico-militar siguió destacando su labor en defensa de los derechos humanos, defendiendo a opositores al régimen y dirigiendo la revista "Propuesta y Control".

Fue el primer presidente democrático elegido en 1983, tras la actuación de la Junta Militar, y como tal, se enfrentó al grave problema de la consolidación democrática en el pueblo argentino, con las difíciles relaciones con los militares, realizando programas de alfabetización masiva, y renovando la Universidad con la vuelta a Argentina de los intelectuales exiliados.

El otro problema que tuvo que afrontar el presidente Alfonsín, fue la grave situación económica que imperaba en la nación, la deuda externa, la secuela inflacionista y la pobreza, que finalmente no consiguió controlar.

Tras dejar la presidencia en 1989 siguió su actividad política, siendo designado vicepresidente de la Internacional Socialista, e iniciando algunos de los viajes que le llevarían finalmente de vuelta a la tierra de sus antepasados, volviendo en noviembre del 2003 de nuevo a Ribadumia y visitando a su familiar, Dolores García.

Católico prácticamente, y tal como había pedido expresamente, recibió la Extremaunción poco antes de morir, el 31 de marzo de 2009, de manos de su amigo personal, el obispo Justo Laguna, el cual comentaría posteriormente que "padeció una enfermedad horrible que afrontó con una enorme serenidad, sin una palabra de queja".

De su reconocimiento internacional sirva el hecho de que era doctor honoris causa por 19 universidades, entre ellas, las de Nueva York, Yale y Bolonia.

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