Una nueva especie invasora amenaza el ecosistema del río Umia. Se trata del denominado camalote o jacinto de agua -de nombre científico eichhornia crassipes- que el pasado fin de semana, durante la limpieza simultánea de ríos organizada por Adega, fue detectado en la zona urbana de Caldas de Reis con diferentes colonias, tanto en el malecón como en las inmediaciones del puente de la Herrería e incluso aguas arriba, explica Fernando Pérez, portavoz de Independientes de Caldas, partido organizador de la actividad. Tanto Adega como el Colectivo Ecoloxista de O Salnés advierten de la peligrosidad de esta planta exótica, originaria de la Amazonía, y reclaman una rápida actuación para frenar la expansión del jacinto de agua, que en Extremadura y Andalucía ya ha causado gravísimos problemas. El río Guadiana ha sido completamente invadido por esta especie e incluso se llegó a solicitar la intervención del Ejército para colaborar en su retirada.

Es una de las especies invasoras más peligrosas y, junto con la caña, en la que más millones de euros se gastan anualmente en España", avisa Ramsés Pérez, coordinador del proyecto de educación ambiental de Adega. Explica que el camalote es una planta flotante que se extiende por toda la superficie del agua hasta cubrirla totalmente. De esta manera, "toda la vida del fondo del río acaba muriendo ya que impide que le llegue la luz, que es fundamental". Adega ya sabe lo que es luchar contra esta especie. Lo hizo en las inmediaciones del río Tea, en dos charcas emplazadas sobre lo que antiguamente era un basurero. Y también en el Avia se ha detectado la existencia de jacinto de agua. Marta Lois, del Colectivo Ecoloxista de O Salnés, califica de "preocupante" su crecimiento en el Umia, sea en la zona que sea, por su fácil capacidad de reproducción. "Cuando el jacinto de agua entra en un río es muy difícil de gestionar" ya que el agua la arrastra aguas abajo provocando su rápida expansión y crecimiento en otras zonas del cauce en las que inicialmente no tenía presencia.

Tanto Ramsés Pérez como Marta Lois aluden a la necesidad de actuar con celeridad para evitar que esto suceda. "La sola noticia de su presencia debería alertar lo suficiente como para eliminarla antes de que llegue a expandirse, cuando todavía es una pequeña mancha", apunta el representante de Adega. Teniendo en cuenta que en primavera y verano, con calor, es cuando más crece, "estamos en el momento adecuado para hacer un primer ataque", lo que a su juicio no solo sería beneficioso a nivel ambiental sino también económico. "Cada euro que se deja de invertir ahora se convertirán en 50 dentro de dos o tres años", por lo que, "si una brigada del Concello o de la Xunta actúa de inmediato se estará evitando un desastre ecológico pero también el gasto de mucho dinero", dice Pérez. Marta Lois, por su parte, advierte que del Umia "bebe casi toda la comarca de O Salnés", por lo que no se pueden utilizar herbicidas contra las especies invasoras. Deben atacarse y controlarse manualmente mientras llegan solo a pequeñas zonas", si bien cree que, por las experiencias en otras zonas de España y del mundo, también es posible frenar el avance del camalote con agentes biológicos como gorgojos, "un insecto que lo perfora y mata", con hongos "que afectan a las hojas" o con polillas. Apunta, además, que el jacinto de agua "no aguante la salinidad, lo que puede ejercer de barrera natural" en las zonas más bajas del Umia, las próximas a la desembocadura en la Ría de Arousa.

Además del camalote, en el Umia hace tiempo que se han detectado también otras especies exóticas invasoras, como el helecho de agua (azolla fuliculoides) la eggeria densa, un alga subacuática que cubre prácticamente por completo la zona del malecón de Caldas desde hace años sin que consiguiera erradicarse a pesar de dos intervenciones de la Xunta. También aguas abajo se ha convertido en un verdadero problema. En cuanto al helecho de agua, la estación de Hidrobiología Encoro de O Con lo ha detectado en la zona de Ribadumia y su efecto es muy similar al del jacinto, cubriendo la superficie e impidiendo el paso de luz y oxígeno. La mayoría de estas especies llegan a los ríos tras adquirirse en viveros para estanques, jardines acuáticos o acuarios, por lo que Marta Lois insta a que se "regule" su venta e incluso "se prohiba".