El concepto "Non Stop" por el que se rige el Desafío Madrid-Lisboa añade muchos más motivos al concepto de aventura con claros tintes de heroicidad. A las condiciones físicas necesarias para recorrer los 770 kilómetros de trazado en un máximo de 55 horas, algo que todos los grovenses cumplieron con creces, cabe añadirle otros valores que también hay que dominar como los referidos a la orientación.

El hecho de que el trazado discurra por el monte y sin ningún tipo de señalización dificulta todavía más la tarea, mucho más en los tramos nocturnos. Ahí en donde entran en juego los dispositivos de GPS, además del método ensayo-error, para acertar con el camino correcto en algunas ocasiones. "En mi segundo relevo me equivoqué de ruta cerca de unas diez veces", recuerda Estanis.

Las autocaravanas se convierten en la casa rodante de los corredores. Allí se hacen los traslados entre estaciones de hidratación para hacer los relevos mientras uno de los componentes del equipo pedalea. Se intercambian experiencias y tácticas para mejorar el rendimiento del equipo. Incluso se prepara la pasta necesaria para reponer fuerzas y se limpian y preparan las bicicletas para el siguiente esfuerzo.

Toda una experiencia de vida que supera la dimensión de cualquier competición deportiva. De ahí tanta satisfacción tras cruzar la meta. Solo quien lo hace puede describir sus sensaciones.