El mensaje era tan claro como el cielo azul sobre el que bailaron cientos de cometas que entre líneas escribían con letra caligráfica la palabra "inclusión".

Es la séptima edición de uno de los actos simbólicos más hermosos que se organizan en A Illa de Arousa pues abarca un sentimiento solidario mucho más amplio que el autismo.

Los participantes creen en la solidaridad, en el respeto, pero sobre todo en la igualdad, un concepto que abarca todos los espacios, desde la escuela, al parque, o la imprescindible accesibilidad.

Y esa meta simbólica se consiguió ayer en la playa de O Bao, justo al lado de un puente que también simboliza la todavía reciente unión con el continente.

De ahí que las cometas, los papaventos que ayer sobrevolaron este inigualable paraje isleño se hayan convertido en ese signo de integración que se demanda desde muchos ámbitos de la sociedad.

La concejala Dolores Folgar se mostraba muy satisfecha con la participación de los vecinos en este acto dirigido sobre todo a padres e hijos que durante toda la tarde invadieron el emblemático arenal isleño.

Y no es para menos, pues A Illa ha sido pionero en España a la hora de tratar de facilitar la vida a quien tiene más dificultades, con gestos como colocar pictogramas en todos los edificios públicos o aquel de instalar columpios para niños con discapacidad. "Con esos pequeños detalles se ayuda a la integración", reflexiona a la vez que camina despacio por la pasarela de madera que bordea la playa.

Allí también estaba Iria Uzal, portavoz de los padres del colegio Torre, quien agradeció la presencia de Roi, un pequeño que tiene que moverse en silla de ruedas, con dificultades en el habla pero que interpreta como los ángeles la canción de "As Baleas".

Al tiempo y a lo largo de todo el arenal, muchos padres ayudaban a sus hijos a soltar la cuerda que elevaba hasta el infinito los graciosos papaventos.

Y entre medias la lectura de un manifiesto, de una estremecedora carta de la madre de un niño autista, Carmen Saavedra, que reside en Sada.

Dolores Folgar cree que ese texto resume el sentir de todos. La reivindicación de esa madre pasa por "conseguir leyes que aseguren a nuestros hijos sus derechos y vigilar y luchar por su aplicación y cumplimiento".

Y añade: "La discapacidad de nuestros hijos no puede ser excusa para privarles de derechos; mi hijo tiene derecho a sentarse en un pupitre junto al tuyo porque lo dice la ley. Y punto".

Termina diciendo que su hijo Antón "tiene su lugar en el mundo..., al igual de Rui, y Andrés y Olivia y Héctor", entre otros tantos.

Las cometas han enviado a ese cielo azul este mensaje tan claro y tan puro a la vez. Una verdadera alegoría a la solidaridad desde un pequeño punto de Galicia.