El Casino La Toja, en la isla grovense de A Toxa, acogió en la noche del jueves una cata maridaje de aguardientes y licores. Pero no se trataba de unos destilados cualquiera, sino de productos de calidad amparados por el Consejo Regulador de las Indicaciones Geográficas Aguardientes y Licores Tradicionales de Galicia.

Con el lema "Eu, de etiqueta" se dio así un paso más en la reivindicación de este marchamo de calidad y se animó al consumidor a inclinarse por los productos protegidos y a rechazar aquellos que, elaborados clandestinamente, incluso pueden provocar importantes problemas de salud pública.

Además se dieron una serie de consejos para explotar al máximo las sensaciones que pueden ofrecer los orujos de calidad, y a modo de ejemplo puede decirse que usar vasos de chupito es lo menos recomendable.

"Se trata de sensibilizar al público sobre la importancia de la contraetiqueta", la cual permite "tener constancia del origen y control del producto de calidad, diferenciándolo del destilado fraudulentamente", explican los organizadores de esa sesión en la sala de juegos de la isla de A Toxa.

Sonia Otero, destiladora de la empresa Viña Blanca del Salnés, dirigió la cata ciega celebrada en el Salón Alea del Casino La Toja. Empezó por presentar un plato con diferentes hierbas "con el objetivo de agudizar el sentido del olfato e identificar alguno de los olores", antes de que los asistentes se convirtieran en jueces del Concurso de Aguardientes y Licores Tradicionales de Galicia.

Se cataron tres aguardientes de orujo, dos licores de hierbas y dos licor café con contraetiqueta "para que por un momento el público se pusiera en la piel de los catadores y viera lo difícil que resulta su labor", según Sonia Otero.

En la sesión se incidió además "en la importancia de la temperatura y la copa en el consumo de los destilados gallegos", por lo que se propone usar la copa tulipa, "adecuada para este tipo de productos y utilizada por el Consejo Regulador, a una temperatura de frigorífico", lo cual resulta más aconsejable que el popular vaso de chupito a temperatura de congelador. "Con esta práctica los participantes pudieron comprobar la pérdida de aromas y de gusto en su paso por boca de los destilados servidos en chupitos, pues los aguardientes y licores tienen vida propia y cuando los metemos en el congelador los estamos desestructurado".

Al hilo de esto, Sonia Otero quiso dejar claro que los orujos de calidad "nunca deben meterse en el congelador; como mucho en el frigorífico y, preferentemente, en una nevera específica de vinos".