Los guardacostas gallegos Javier Losada Carballo (O Grove), que regresó a casa la semana pasada, y Carlos Rodríguez Castro (A Guarda), que tomó el relevo del primero para continuar en el Mar Egeo colaborando con la Organización no Gubernamental (ONG) Moas para ayudar a los refugiados sirios que huyen de su país se muestran especialmente sensibilizados con esta crisis humanitaria, pero sobre todo muy preocupados con la situación que sufren los niños.

Tanto el primero, en el momento de hacer balance sobre su misión humanitaria entre las costas de Turquía y Grecia, como el segundo, que pronto regresará también a casa -ambos forman parte de la tripulación del buque de salvamento gallego Pesca I-, dan cuenta de las "miserias" por las que deben pasar los refugiados, y hablan sobre todo de la "desgarradora tristeza" de los niños que "no saben muy bien qué ocurre, pero tratan de salvar su vida a toda costa".

Evidentemente no todos lo consiguen, y prueba de ello es lo explicado por Carlos Rodríguez y Moas durante el fin de semana, cuando asistieron a un nuevo naufragio cerca de la isla griega de Samos en el que perdieron la vida seis personas y desaparecieron otras dos, en su mayoría de mujeres y niños.

Viajaban en un bote de plástico en cuyo interior se hacinaban trece refugiados. El equipo de rescate de Moas, en el que se integra el guardacostas Carlos Rodríguez, buscó supervivientes por espacio de dos horas y solo pudo salvar a cinco personas con vida.

Carlos Rodríguez también tuvo oportunidad de visitar diversos campos de refugiados, aunque él prefiere llamarlos cárceles, a tenor del trato que reciben los sirios que intentan adentrarse en Europa y que sin embargo están siendo deportados e incluso maltratados, según explican desde el Mar Egeo.

En esos puntos de hacinamiento también los niños se convierten en tristes protagonistas, como bien explican los dos guardacostas gallegos que desarrollan esta acción solidaria de acuerdo con Moas y aprovechando días de descanso en sus puestos de trabajo.