El Breogán de O Grove se ha convertido en otro de esos ejemplos de buen trabajo y no menos excelentes resultados. La facilidad para seguir subiendo el listón de sus éxitos trae sobrevenido un aumento de la estructura y del número de personas que cada año se van sumando a la familia del club.

Todos esos aspectos que ejemplarizan el buen hacer de una entidad deportiva se convierten, en casos como los de la entidad breoganista, en una exigencia difícilmente asumible en lo económico. La participación en el pasado Campeonato de España de invierno en Sevilla ha sido para la directiva grovense el toparse de bruces con sus propias carencias.

En lo deportivo la salud es envidiable. La quinta posición en la clasificación de clubes así lo deja patente. El oro y la plata de Tono Campos y Diego Romero acaparó buena parte de los focos de la actualidad en las últimas horas, pero en la trastienda del éxito aparecen demasiadas telarañas.

Con una expedición de 27 personas y 28 piraguas, el Breogán de O Grove se personó en aguas del Guadalquivir literalmente como pudo. Tres furgonetas transportaron a palistas y técnicos mientras que un carro, el único del que dispone el club, soportaba las embarcaciones. Castigado, al igual que dos de las furgonetas, por muchos kilómetros encima tras tantos años en la carretera. Tal es el nivel de desgaste del carro a consecuencia de tantos años al lado del mar, que una parte de su esqueleto metálico dijo basta. La rotura obligó a realizar un remiendo hasta llegar a Palencia, pasar allí noche y resolver la avería a la mañana siguiente.

No sería el único contratiempo del Breogán en su camino a Sevilla puesto que a una de las furgonetas le reventó una rueda, aunque el recambio permitió llegar a destino. Ya en la capital andaluza el carro de las piraguas realizó su último servicio a la causa. Y es que el daño que acusaba en su estructura incluso impedía cualquier tipo de reparación. Se intentó soldar, pero la corrosión de los hierros por el efecto de tanta salitre, descartó cualquier acción en este sentido. Era imposible cualquier tipo de remiendo con el que prolongar más su uso. Incluso el Breogán descartó su vuelta a O Grove.

Tras la tempestad de las regatas y competiciones, nunca llegó la calma. La vuelta a casa, sin carro, se convirtió en una auténtica muestra de solidaridad por parte de otros clubes. El Breogán literalmente no podría transportar su material y tenía que depender de la caridad para no dejar la mayor parte de su patrimonio en Sevilla. El distribuidor de piraguas Elio cedió un carro para las embarcaciones. Las piraguas de palistas afincados en Madrid y Valladolid fueron transportadas por los clubes Ciencias y Cisne. El Ría de Betanzos también ayudó a soportar la carga al igual que el Ría de Aldán.

Félix Lamas, presidente del Breogán, quiso agradecer los gestos de buena voluntad, pero ya anticipa que la situación se complica aún más, "ahora tendremos que echar mano de un carro muy antiguo y con muy poca movilidad. La compra de un vehículo para las piraguas en condiciones vale alrededor de 3.000 euros y ahora mismo, si no aparecen ayudas, supondría hipotecar el resto de la temporada".

Recuerda además el presidente que "este año ya hicimos un esfuerzo comprando más piraguas y más material deportivo porque aumentó el número de palistas. Todavía estamos pagando ese inversión, pero es que además el coste del viaje a Sevilla fueron cerca de 4.000 euros. Y si a esto le tenemos que sumar el coste del nuevo carro, supondría quedarnos muy en precario y con dificultades para seguir compitiendo en condiciones normales".

El grito de auxilio del Breogán es la consecuencia de no poder asumir con tan escaso presupuesto el crecimiento de un club que, año tras año, es referencia de calidad en el piragüismo nacional.