Las "mareas vivas" de estos días generaban cierta preocupación, pues al coincidir con el elevado caudal que tienen los ríos -especialmente el Umia y el Ulla- existía un importante riesgo de desbordamiento, sobre todo si la pleamar coincidía en momentos de lluvias copiosas como las de semanas previas o con un temporal de viento lo suficientemente fuerte como para causar una marejada.
Pero afortunadamente la notable mejoría experimentada en las condiciones meteorológicas permitió que la rías estuviera ayer muy tranquila y evitó que se produjeran complicaciones o contratiempos de consideración, de tal forma que la pleamar, lejos de ser una amenaza, se convirtió en un espectáculo del que disfrutar con absoluta comodidad.
El nivel del mar más alto ayer se alcanzó poco antes de las cuatro de la madrugada, aunque también resultó muy llamativo una vez superadas las cuatro de la tarde, cuando el agua parecía querer salirse de sus límites naturales en diversos puertos y escolleras.
Algunas playas desaparecieron por completo, aunque momentáneamente, cuando la marea se empeñó en subir como si no quisiera detenerse nunca, siendo éste un proceso que de nuevo se repite hoy a las cinco de la tarde y mañana, poco antes de las seis.
Como se explicó en otras ocasiones anteriores, esto que popularmente se conoce como "mareas vivas" no solo ofrece imágenes poco habituales y realmente llamativas, sino que contribuye en gran medida a la regeneración de nutrientes en las rías gallegas.