Ademar Silvoso se hizo famoso en Galicia hace un par de meses por protagonizar el anuncio de televisión de Gadis. Pero antes de convertirse en un rostro conocido para miles de gallegos fue un adolescentes que no sabía qué hacer con su vida ni hacia donde tirar. Y ese fue precisamente el punto de partida de la charla que el actor ofreció ayer a los estudiantes del instituto de Cambados Francisco Asorey. El centro está celebrando su 25 aniversario, y una de las actividades con las que lo está haciendo es "Son dos Nosos", una serie de charlas de antiguos alumnos del instituto, que empezaron el lunes, y que terminaron ayer con Silvoso.

El actor, nacido en 1982, y que estudió en el Asorey en la segunda mitad de la década de los 90, afirma que se dirigió a su auditorio "con un planteamiento de sinceridad total". "Les dije que nunca había sido un alumno modélico, y aunque seguramente sea una exageración, que soy el mayor fracaso escolar que pasó por el Asorey".

Ademar Silvoso cuenta que no era un chico problemático, que le encantaba leer y que tenía inquietudes, pero que su problema es que no le gustaba demasiado estudiar y, sobre todo, que aún no sabía qué hacer con su vida. "Hay gente que sabe lo que quiere ser o hacer desde niño, y otros que no lo tienen claro. Yo era uno de esos, por eso mi charla de hoy (por ayer) estaba especialmente dedicada a estos".

Tras terminar la educación secundaria, el futuro actor trabajó durante seis años en las Fuerzas Armadas; durante los otros dos desempeñó oficios tan distintos como los de bombero, pinchadiscos, camarero o pintor, y finalmente, al empezar la crisis, se encontró en la encrucijada de decidir si tomar por el camino más fácil o arriesgar. "Tenía que decidir entre optar por un trabajo clásico o romper con todo. Esa opción era muy atractiva, y al final rompí con todo".

Eso significó apostar decididamente por el teatro y la interpretación, una senda que siempre le había atraído de alguna manera. "Nunca me gustó el fútbol ni el baloncesto, así que de chaval cuando iba a la playa me llevaba los bolos y las mazas de malabares o los palos de fuego". Y sostiene que la apuesta le salió bien. "He descubierto que se puede malvivir de esto", declaró.

Silvoso no quiso ponerse paternalista sobre el escenario del salón de actos del Francisco Asorey, con lo que sus consejos a los jóvenes fueron contados. Eso sí, les dijo que aunque poco estudioso, "siempre le tuve respeto a los profesores y me guardé muy bien en el bolsillo sus consejos, aunque en ese momento no supiese qué querían decir con ellos, y después descubrí que eran pequeños tesoros". También les animó a que "si llevan algo dentro, que lo peleen. Porque pasado el tiempo lo que más les puede doler es echar la vista atrás y preguntarte qué hubiese pasado si lo intentasen". Eso sí, él no es de los que se arrepienten. "Mi abuelo me decía que nunca me arrepintiese de nada, porque todo está hecho por algo, todo tiene alguna razón".