La acuicultura gallega, la transformación y comercialización de sus productos e incluso la mejora de la flota que se ocupa del sector recibieron 177 millones de euros en ayudas en los últimos siete años. Y los más beneficiados por este reparto de dinero público fueron los bateeiros, que se llevaron más del 85% del total, según se constata al desmenuzar las diferentes líneas de financiación tramitadas por la Consellería do Mar al abrigo del Fondo Europeo de la Pesca (FEP).
La existencia de tales subvenciones y la puesta en marcha de diversos programas de investigación, desarrollo y promoción, así como la inversión realizada para garantizar el control y salubridad de las aguas y sus productos, son, precisamente, aspectos a los que parece aferrarse la conselleira Rosa Quintana cada vez que dice que siempre apoyó al sector y que nunca lo llevó por un rumbo que le resultara perjudicial.
¿Pero a que se refiere la titular de Mar exactamente y por qué cree haber apoyado tanto al sector? No quiere hablar de ello, pero basta con revisar algunas de las órdenes o convocatorias de ayudas para concluir que esos 177 millones de euros en subvenciones antes aludidos se repartieron desde 2009, es decir, desde que Quintana asumió las riendas de la Consellería.
Aunque bien es cierto que no le sirvió de mucho, pues el dinero que repartió no pudo evitar el rechazo que profesa buena parte del sector del mar -incluido el grueso de los bateeiros- al anteproyecto de la Lei de Acuicultura.
Para que el lector se haga una idea puede decirse que desde 2009 se realizaron 1.322 aportaciones económicas por un importe global de más de 38 millones de euros para inversiones en acuicultura. Y resulta que el 80% de tales ayudas fueron a parar a los mitilicultores (bateeiros), que de este modo percibieron más de 30 millones. Según consta en la documentación en poder de la Xunta, que cualquiera puede consultar, en esta misma línea de apoyo a los mejilloneros pueden incluirse las 554 subvenciones que se les concedieron por valor de 8 millones de euros para hacer frente a los prolongados cierres de bateas padecidos en 2013 a causa de la acción de las biotoxinas marinas.
Aunque desde entonces se ha recuperado, aquel fue uno de los peores años para el sector bateeiro gallego, que como puede apreciarse al menos recibió la compensación de esos 8 millones de euros para seguir practicando eso que lo ha convertido en referencia mundial, la acuicultura.
