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Nunca un entierro fue tan divertido

A Illa celebró el último día del Liborio con un cortejo formado por cerca de doscientas personas - La Lei de Acuicultura despertó risas y sollozos fingidos a partes iguales

Tampoco faltó la música en la ceremonia. // I. Abella

El Liborio ya ha pasado a mejor vida en A Illa. Ayer se convirtió, a partes iguales, en protagonista de la fiesta y en el muerto del entierro. La simbología del acto encierra a la vez un deseo generalizado. En esa figura, que termina cayendo pasto de las llamas, se representa aquello que se ha convertido en polémico protagonista de los últimos tiempos en la vida de los isleños.

La identidad del protagonista no se revela hasta el mismo día de su velatorio e incineración posterior, aunque quizá en esta edición el adivinar sobre qué o quién podía girar el sarcástico acto de protesta parecía más evidente que otros años tratándose de una población con tantas familias viviendo del mar. La tan manida y polémica Lei de Acuicultura, representada en un marinero sobre un barco con nombre ad hoc, contó con su cortejo de plañideras y disfraces de todo tipo para acompañarle en su último paseo.

La zona de O Naval se convirtió en el punto de partida y fin de un desfile que fue ganando en expectación a medida que discurría por las diversas zonas de A Illa. Tal fue la expectación que fue levantando a su paso que, tras dos horas de sollozos carnavalescos, eran cerca de doscientas personas las que aplaudieron mientras las llamas abrían las puertas del limbo al Liborio a la par que escenificaban su rechazo a la causa representada.

Pese a las dificultades que supuso para la organización el tener que retrasar un día esta celebración, el pabellón volvió a quedar bien alto. Las mujeres de la zona de As Rubas, organizadoras históricas de este peculiar sepelio, volvieron a dejar bien alto el pabellón. A ello también contribuyó de manera muy especial la asociación cultural Dorna cediendo a un grupo de gaiteiros, así como un vecino de A Illa, que de manera totalmente espontánea, aportó música de todo tipo con un dispositivo rodante perfectamente engalanado para la ocasión. Incluso hubo quien no desaprovechó la oportunidad de ataviarse con las mismas prendas de agua que el propio Liborio para recorrer junto a él su último paseo por A Illa. Hasta la lluvia quiso conceder una tregua a su paso. El Liborio de 2016 ya ha pasado a mejor vida. Desde hoy se abre el turno de candidatos para la próxima edición. La sátira, la crítica y el buen humor volverán a ser elementos a tener en cuenta por el jurado en busca de la unanimidad popular.

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