Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sofía Quintáns Bouzada: "La carrera Ladesol es una fiesta de la solidaridad y la generosidad compartida"

La religiosa vilagarciana lleva dos años realizando labor humanitaria en Angola

Sofía Quintáns estuvo ayer en el colegio San Francisco. // Noé Parga

-¿Cómo y cuando surgió su vocación?

-Es un proceso, es una búsqueda. No hay un momento puntual. No son esas tonterías que mucha gente tiene en la cabeza. Es un proceso en el que vas escuchándote a ti misma lo que vas sintiendo en la vida. Tuve varias pistas. Cuando acabé Magisterio en Salamanca sentí que mi entrega tenía que ser para toda la vida. Fui haciendo mi búsqueda, mi elección, sin ningún tipo de presión. Fui conectando toda esa búsqueda de justicia y paz con la fe que tenía. Sentí que la vida mejor era la vida franciscana, conexión con el cosmos, generosidad, entrega a los demás. Creo que esto es lo mejor para mí.

-¿Y por qué ahora hay menos personas con vocación religiosa?

-El tema es que estamos en el mundo de la superficialidad. Ahí nadie se encuentra consigo mismo. Vocación es el sentido de la vida. Estamos perdiendo la capacidad de reflexión, de profundizar, todo el tema del mundo interior... Si falta eso falta el sentido de la vida. Por eso ahora hay más suicidios, más problemas sociales. Lo que más me preocupa es la falta del valor humano, lo propio del ser humano. El valor de la hondura, la moralidad, la ética de cada profesión, el valor del sacrificio. Más que crisis económica hay una gran crisis de valores. Pero poco a poco está resurgiendo. El ejemplo es la carrera Ladesol. Se están generando signos muy grandes de vida.

-No se puede obviar que ha habido casos dentro de la Iglesia que han hecho que se genere mucha negatividad hacia lo religioso en la sociedad.

-Sobre todo en Europa, en África no. Aquí hay mucha ignorancia en lo que se habla. Se lapida a la iglesia y se sacan conclusiones antes de tiempo. Es como el tema de la pederastia. Es verdad que hubo abuso, hay y habrá siempre porque las personas son humanas con todas sus patologías y todas sus desviaciones, pero pediría a los medios mayor respeto.

-¿Pero se está poniendo algún tipo de solución desde el Vaticano?

-Se está poniendo solución a la pederastia. Benedicto XVI hizo un trabajo enorme y el Papa Francisco está siendo muy duro con temas muy concretos. Hay condenas a sacerdotes, obispos y contundentes posicionamientos. Otra cosa es que los conozcamos. El Papa Francisco es una pasada. Con el tema de la justicia social, refugiados, ecología. La Iglesia es más moderna.

La segunda edición de la carrera Ladesol que organiza el colegio San Francisco de Vilagarcía ya está en marcha. Un evento solidario que busca reunir fondos para la extraordinaria labor que Sofía Quintáns realiza junto a otras monjas en Sumbe. Un pueblo de Angola en el que las condiciones de vida son ínfimas. El éxito de la primera edición permitió a su congregación realizar un importante trabajo social en forma de escolarización, atención sanitaria y formación humana. Vilagarcía reunió a alrededor de mil personas que contribuyeron con su participación a una causa que desprende humanidad y que precisamente una vilagarciana como Sofía Quintáns se encarga de llevar a la práctica.

-Tenerla por aquí de vuelta es una sorpresa ¿Qué le ha llevado a dejar Angola?

-Ahora estoy solo de paso para un encuentro que tenemos internacional de representantes de nuestras congregación en Madrid. Será para ver y reflexionar sobre aspectos de la formación de las hermanas nativas de cada país. Serán 15 días. También aprovecho para ver a la familia y pasar las revisiones médicas.

-La salud será precisamente un aspecto a cuidar teniendo en cuenta como está Angola en materia sanitaria.

-Está fatal. No hay medios y solo en clínicas privadas puedes hacer algo, pero a un precio inasumible para la población. Allí el calor es enorme y no hay agua canalizada ni recogida de basura. No se recicla ni nada. Entre el calor, la basura y el agua hay un foco de infecciones continuadas. Mucha gente muere de tifus, cólera. Es muy duro. La edad media no llega ni a 40 años. La gente es muy fuerte, pero aún así solo sobreviven los más resistentes porque las condiciones son muy malas.

-Su estancia aquí coincide con el inicio de la campaña de promoción de la carrera solidaria Ladesol. En su primera edición fue un éxito.

-El año pasado fue un éxito. Toda la gente que me ve me lo dice. Se lo pasaron bien mayores y pequeños. Se trata de que la solidaridad sea una fiesta y que la generosidad se comparta. Más aún porque aquí vivimos en la superficialidad. Lo veo sobre todo en los niños pequeños. En Europa la persona que más necesidad pasa tiene asociaciones que le defienden. En Angola hay muchos derechos sin reconocer. Aquí un refugiado tiene derechos, un parado, un inmigrante, hay una sanidad y allí no tienes nada. Cuando un niño cae enfermo se queda desahuciado. Te dan por perdido. Lo vemos en enfermos de sida que visitamos. Allí no tienen derecho a nada y nadie le da nada. La malaria te convierte en una persona sin defensa.

-Nadie mejor que usted para decir la importancia y el valor que tiene el participar de esta iniciativa de una carrera solidaria.

-Sobre todo el movimiento social me parece muy importante. Es una iniciativa que marca la vida de la ciudad y del colegio. Se trata que sea una iniciativa que abarque el mayor número de personas, que sea una sensibilización. Que sea una sensibilidad que sea habitual en una vida diaria. Que marque a las nuevas generaciones para vivir de otra manera. Yo creo que otro mundo es posible.

-¿Qué fueron capaces de hacer con lo recaudado el año pasado en Angola?

-Muchas cosas. Apoyo a los niños de 3 a 6 años a la hora de escolarizarles. Muchos que nunca pisaron una escuela hoy reciben formación. Fuimos capaces de apoyarles y contratar profesores nativos. Apoyamos a familias, en lo sanitario, apoyo hasta para darles una merienda. Es un apoyo integral. Ese dinero también cubre apoyos en los hospitales y a los enfermos que tratamos en los poblados. Incluso mejora la formación básica de las parteras tradicionales para mejorar en higiene.

-¿Cómo es su día a día allí, en el pequeño pueblo de Sumbe?

-Nos levantamos a las cinco de la mañana. Rezamos juntas y luego cada una trabaja. Algunas tenemos el trabajo en casa, otras damos clases. Yo doy clases en la Universidad Pública de Sumbe y a los seminaristas. Hay otras hermanas jóvenes que estudian. También trabajamos en los poblados. A nivel religioso, catequesis, formación de jóvenes. En un todo integrado. Salud, educación y ayudando a las mujeres a que tengan dignidad. A las 12,30 horas comemos y a las 14,30 volvemos a trabajar. Una de las tareas importantes en las casas en África es que incidimos mucho en la formación. Tenemos clases con ellas de todo tipo de cosas. Formación humana, teológica. Antes de cenar volvemos a rezar. Sobre las 22 horas ya nos retiramos a descansar.

Compartir el artículo

stats