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Informe sobre el naufragio del "Paquito Número 2"

Los expertos de Fomento detectan graves fallos de seguridad en el bateeiro hundido en Corrubedo

El buque de Cabo de Cruz carecía de autorización para navegar por fuera de la ría, llevaba la carga a granel y la maquinaria "sin trincar" y se cree que no tenía ni balsa ni chalecos salvavidas -Murieron los tres tripulantes

Búsqueda del "Paquito Número 2" y sus tripulantes, frente al cabo de Corrubedo. // Iñaki Abella

El "Paquito Número 2", hundido en diciembre de 2014 con tres personas a bordo frente a Corrubedo, incurría en graves fallos de seguridad. Así lo afirman los expertos de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (CIAIM), dependiente del Ministerio de Fomento.

Así, los peritos determinan por ejemplo que la embarcación carecía de permiso para navegar por fuera de las rías, como estaba haciendo cuando sucedió el accidente; que llevaba la carga de mejillón a granel y suelta por cubierta, lo que suponía un peligro para la estabilidad del buque en caso de corrimiento; y que el barco carecía de chalecos autoinflables o radiobaliza, elementos que según los peritos habrían aumentado las posibilidades de supervivencia de los tres marineros fallecidos. Además, la planificación del viaje fue incorrecta, según los técnicos de Fomento, puesto que el parecer el patrón no habría consultado las previsiones meteorológicas, según las cuales la situación del mar en el exterior de las rías era mala.

El "Paquito Número 2" era un barco bateeiro de Cabo de Cruz (Boiro), que salió a mediodía del 16 de diciembre de 2014 desde un polígono de bateas de la ría de Arousa hacia la ría de Muros. Iba a realizar un desdoble de una cantidad no determinada de mejillón (el CIAIM estima que unas 160 cuerdas, y un peso total de unas 16 toneladas), y se cree que zozobró poco después de las 14 horas, a 1,2 millas del faro de Corrubedo.

El informe definitivo

La CIAIM publicó ayer el informe definitivo del accidente, que se realiza tras el análisis de las pruebas proporcionadas por organismos vinculados a la navegación marítima y la búsqueda del pecio y los náufragos, así como de entrevistas personales.

Uno de los primeros datos relevantes que contiene el documento, de 30 páginas, es que la embarcación "no estaba despachada para efectuar navegaciones fuera de los límites de la ría de Arousa". Ni en teoría había sido construida para ello. "Su diseño era sencillo, suficiente para que su empleo fuese seguro en aguas abrigadas sin pretensiones de aguantar mares agitados". Sobre esto, el informe añade que "el tiempo en el interior de la ría de Arousa no era malo aunque estaba cubierto, había viento débil y poca mar. Las condiciones en el interior de la ría de Muros y Noia eran similares. Nada parecía indicar que las condiciones marítimas fueran a ser peores en el exterior de las rías", añaden los técnicos. Pero lo eran, y según la misma fuente "poco antes de pasar las islas Sagres, la embarcación empezó a sufrir los embates del mar de fondo del noroeste".

En su análisis, los peritos señalan que supuestamente la casa armadora incurrió en graves incumplimientos en materia de seguridad, ya que tendría que disponer de una balsa salvavidas, dos aros y tres chalecos, y según el informe "la balsa salvavidas no apareció tras el hundimiento, como tampoco los chalecos salvavidas. Del estudio de las grabaciones de vídeo efectuadas al pecio, no se ha advertido la presencia de ninguna balsa salvavidas". Para ellos, el "grado de desprotección de esta embarcación en mar abierto queda de manifiesto".

Otro de los factores que habrían influido en el trágico desenlace son las condiciones meteorológicas, que eran malas en el litoral gallego, y la dificultad para navegar frente a Corrubedo, al tratarse de una zona escarpada y con muchos bajos. Se estima que en algunos momentos las olas pudieron alcanzar los seis metros de altura. Parece ser que la embarcación se oponía con fuerza a estas condiciones, y que continuaba su derrota con "cabezadas" (en expresión de un testigo que la vio desde una playa próxima, y que se cree que la divisó apenas unos minutos antes del accidente), a pesar de lo cual los técnicos consideran que la causa del naufragio fue repentina.

Las hipótesis

Tanto la carga como la pesada maquinaria de trabajo, de unas dos toneladas más, iban sin "trincar" y sin compartir adecuadamente. Se trata, según las averiguaciones de los técnicos, de una forma de trabajar habitual en los barcos mejilloneros. Pero lo que no es habitual es que realicen cargados travesías por mar abierto y con mal tiempo. Además, la CIAIM alerta de que llevaban abierta la puerta de acceso desde cubierta a la sala de máquinas. Estas circunstancias, unidas, comprometían seriamente la estabilidad del buque. Así las cosas, la comisión cree que o bien hubo un súbito corrimiento de la carga y la maquinaria a babor, o que una gran ola embarcó sobre cubierta provocando el corrimiento de carga y maquinaria y una escora permanente hacia babor. Ésta se habría visto agravada por la entrada de agua a la sala de máquinas al estar abierta una portezuela. "La embarcación volcó en pocos instantes, sin dar oportunidad a sus tripulantes de abandonarla o emitir un mensaje de socorro".

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