Irlanda se ha convertido en el país de adopción de Laura Quintáns Leites. Hace ahora año y medio esta joven vilagarciana no tuvo reparos en cargar sus maletas de esperanza y tomar un avión hacia lo desconocido. La imposibilidad de encontrar un trabajo, unido a la pérdida de una persona importante, se conjugaron para emprender el vuelo hacia una nueva vida.

Aquel aterrizaje en Dublín fue casi como un alumbramiento. Una nueva familia, un idioma desconocido. La única diferencia era el pasaporte que le dejaba camino expedito para cumplir su deseo inicial de retornar a Vilagarcía a los pocos meses. Allí se le abría un horizonte que se escondía detrás de la palabra au pair, lo que al cambio se podría catalogar como niñera. Un galicismo que le abría una nueva ventana a la vida a sus 23 años. Laura se había convertido en uno de esos muchos españoles jóvenes que convierten a este país en el mayor exportador de au pairs del mundo.

Internet se convirtió en el primer anfitrión, pero la incertidumbre era todavía mayor puesto que no todas las experiencias en este sector resultan positivas. No son pocos los casos de jóvenes que regresan debido a que se encontraron con una carga de trabajo superior a la que corresponde a su labor de cuidadora de niños. Sin embargo, Laura encontró el caldo de cultivo perfecto para no tener apenas nada que cambiar de su estancia allí. "Hice pronto muchas amigas, aunque la mayoría ya se han ido porque encontraron trabajo en otros lugares. Conocer gente de otros países es una de las mejores experiencias también".

La vilagarciana recuerda muy gratamente la primera familia que le dio trabajo. En aquella casa convivió con un matrimonio y sus cinco hijos, en concreto, dos niños autistas y tres niñas. "Me hicieron una más de la familia y me ayudaron muchísimo con el idioma. No me faltaba de nada. A veces aquello era un poco locura, pero me quedo con todos los buenos momentos".

Su agradecimiento a aquella primera familia es tal que, pese a llevar seis meses trabajando en otra casa, "sigo trabajando para ellos en mis días libres. Solo descanso los sábados y, la verdad, trabajo tanto porque en un par de meses termino con la nueva familia y quiero quedarme en Irlanda. Estoy encantada aquí", concluye Laura.