Los sindicatos agrarios católicos eran organizaciones conservadoras que bajo una orientación eclesiástica pretendían aunar en base a fórmulas cooperativas los intereses de los diferentes grupos agrarios. Se presentaban como mediadores en la penetración del capitalismo en el mundo agrario, a la par que captaban adeptos al orden establecido y tratando de ganar así el campo a socialistas, anarquistas y cualquier otra organización de resistencia.

Diversas campañas de propaganda, con presencia en Galicia a partir de 1917 de destacados miembros del sindicalismo católico español como el jesuita Sisinio Nevares, Monedero, Alvareda o Mosquera, sentaron las bases de la expansión organizativa del agrarismo católico gallego en aquellos años de principios del siglo XX.

Este movimiento agrarista católico se mantuvo activo entre los años 1912 y 1923, coincidiendo con el modelo político de la I Restauración española bajo el reinado de Alfonso XIII.

No obstante, fue el período 1918-1920 el de mayor actividad confesional en pro de la creación de este tipo de organizaciones. Numerosos sindicatos católicos agrarios se constituyeron a lo largo de este trienio articulados por medio de federaciones.

Se estima que en 1920 el número de sindicatos católicos agrarios en Galicia era de 486, reuniendo entre ellos una cifra de asociados que sobrepasarían los 45.000 campesinos y que en España alcanzaba el medio millón.

Padrenda

El municipio de Meaño contó con una de estas organizaciones agrario-católicas, el sindicato San Martín de Padrenda, que se mantuvo operativo entre los años 1919 y 1923, coincidiendo su final -en su caso motivado por disputas internas- con el ocaso del movimiento agrarista católico gallego.

Estuvo impulsado por el párroco Manuel Piñeiro y el vecino Marcelino Torres, pudiente propietario de la localidad que actuaba como prestamista con la organización. Adscrito a la Federación Agraria de Santiago los documentos conservados dan fe de su actividad entre el 11 de abril de 1919 y el 12 de abril de 1923, esto es, cuatro años y un día.

El profesor de Padrenda Marcelino González Ozores da fe del mismo, por cuanto conserva en su haber el libro de cuentas que acredita su actividad. "El libro cayó en mis manos por casualidad en los años 80 -recuerda-. Estaba olvidado en una vieja alacena en casa de la familia Viñas, porque en su vivienda (actual número 41 del barrio Lugar da Igrexa), cercana a la iglesia, se guardaban entonces las llaves del templo y alguna que otra documentación vinculada al viejo cura, entre ella este libro". El maestro estudió y puso en valor el documento, que saca a relucir la intensa actividad que durante aquellos años desarrolló este grupo de personas en la localidad meañesa.

Cabe destacar que el sindicato estaba integrado por un centenar de personas, de la que un tercio eran mujeres,

Y su actividad económica fue fructífera durante varios años, pues en algún momento llegó a manejar hasta 12.000 pesetas de las de entonces y baste recordar que dos terneros podrían venderse al precio de 500 pesetas.