La pista de Pazo do Monte en Padrenda ha sido el último caso en el municipio meañés, pero no el único. En O Pazo en Xil, también fracasaron las negociaciones del concello con dos propietarios que están en el extremo del vial ampliado que sube desde Vilaxoega, y en A Canle en Meaño ha ocurrido otro tanto con el vial que baja desde Os Agros. Tres muestras de que las negociaciones son arduas y en ocasiones se enquistan.

"Antes de afrontar la ampliación de un vial -explica la alcaldesa Lourdes Ucha- negociamos con los vecinos la cesión del terreno: si hay muros, se retranquean y se reconstruyen, lo mismo que viñas, pero si no los hay no construimos uno". "En Meaño -continúa- el concello lleva años trabajando de esta forma: los vecinos ceden el terreno hasta el límite reglamentario en que debían hacerlo si en esa parcela se llegara a construir una vivienda el día de mañana, y a cambio el concello urbaniza la parte exterior al muro y renuncia a cobrar tasa alguna por ello". Y es que, según el PXOM meañés cuando un propietario construye y cierra la finca debe retranquear su muro hasta 4 metros del eje del vial y, en teoría, en casos así el terreno que deja en el exterior debe urbanizarlo el propietario en cuestión.

En el vial de Pazo de Monte (Padrenda) -el último caso que saltó- en principio se había cerrado un acuerdo con todos los propietarios para ampliar a 8 metros la anchura de un vial de apenas 500 metros de longitud, que baja hacia un núcleo de viviendas.

La obra suponía una inversión de 108.214 euros. Pero cuando se inició, el acuerdo se rompió con dos propietarios junto en la entrada, mismo justo en el cruce con la carretera principal. Charo Prado, a quien la ampliación ocupaba una franja de su era, explica la razón: "inicialmente acordáramos con el conllevo ceder una franja de 80 centímetros, que era los que nos pedían, incluso se estaquilló la zona para delimitarla, lo que suponía que la ampliación nos llevaría 17 cepas de una fila de viñedo". "El concello -continúa- se comprometía a pagarnos la viña y a reconstruir con una segunda fila de piedra el muro retranqueado".

"Pero cuando comenzó la obra -agrega-, para ajustarla al ancho que traía de abajo, se quiso ocupar más terreno del pactado, lo que nos dañaba una segunda fila de cepas, y a eso sí nos negamos". La propietaria recuerda que de su lado hace más de 30 años ya cedieran una franja de terreno "para convertir el viejo camino en la pista asfaltada que existe".

O Pazo y A Canle

El vial entre Vilaxoega y O Pazo en Xil padece idéntica situación. En O Pazo no cristalizó el acuerdo con dos propietarios para dar salida a la carretera a un vial 879 metros y que sube con una anchura de entre 6 y 7 metros, y en cuya ampliación se acaban de invertir 105.177 euros.

José Sineiro, uno de los afectados, es claro: "No nos importaría ceder los dos metros de fachada que pretende el concello si tuviéramos terreno suficiente -asegura-, pero si lo hacemos nos quedamos sin servicio para la bodega en la era (elabora el albariño A Baladiña) y sin una parra de viña que es precisamente la que nos sirve de muestra para clientes y visitantes". Recuerda además como en 1968 "siendo alcalde Marcelino Torres, ya fui yo entonces quien cedió todo el terreno para convertir un viejo camino de 1,5 metros de ancho en el vial de 4 metros que era hasta ahora".

En el barrio de A Canle Meaño se encuentra el tercero de los casos recientes. No hubo acuerdo y el vial que baja de Os Agros con una anchura de 8 metros se reduce bruscamente a 2,50 en su salida en las inmediaciones de la iglesia parroquial, donde no se llegó a acuerdo con tres propietarios.

Uno de ellos, Natalia Cores, explica que la propuesta del concello era desigual: "trataba de ocupar terrenos sólo hacia un lado, lo que suponía para nosotros ceder en algún tramo cerca de 4 metros de fachada".

"Además -agrega- nos plantearon la cesión el último día, deprisa y corriendo, porque al parecer se acababa el plazo para acceder a una subvención, e incluso con alguna argucia a la hora de firmar que no nos gustó nada".

Expropiaciones

Cierto que hay sectores que critican el ancho de ocho metros que se ha propuesto la Xunta de un tiempo a esta parte para los viales ampliados "porque es una anchura excesiva, ni que fueran avenidas, y que resta magia a los viales interiores al rural gallego que de por sí son estrechos, y eso a la gente y al turista le gusta" apunta uno de los vecinos afectados.

Los casos de Pazo do Monte, O Pazo y A Canle no son los únicos, pero sí las tres últimas ampliaciones realizadas, y las tres se cerradas en falso.

Algunos sectores de la oposición critican la falta de cintura del gobierno en las negociaciones. La expropiación es ahora la alternativa -de hecho alguno de estos casos el expediente ya está en marcha- pero el proceso suele dilatarse años. Bien lo saben en Seixiños (Dena), tras un desencuentro para ampliar el vial que venía de Os Pasales (Dena) y que se iniciaba en 2008, y cuya expropiación y obra no se completó hasta 2015. O en As Covas (Meaño), donde a apenas a 100 metros del concello falta desde hace una década un tramo de acera en la PO-303 por una situación similar.

En otros casos, como un vial interior que pretenden los vecinos en Paradela de Lores tampoco hay acuerdo previo con todos los propietarios y el concello por el momento, visto lo visto, se inhibe de entrada.