El anteproyecto de la Lei de Acuicultura de Galicia sostiene se trata de favorecer el cultivo de organismos que podrán destinarse a alimentación humana o animal, a la obtención de diversos productos o sustancias, al suministro de ejemplares juveniles para diferentes fines, a su liberación controlada, a la experimentación científica y al uso ornamental.
Para conseguirlo se elabora un articulado cuya intención no es otra, según Mar, que "consolidar la actividad acuícola de forma duradera, técnicamente viable y sostenible".
A esto se suma la intención de "fomentar la adecuada ordenación del espacio en el que se desarrolla la acuicultura, alcanzar el máximo aprovechamiento del potencial productivo del medio acuático, fomentar la transformación del marisqueo en acuicultura y diversificar la actividad, tanto en lo que respeta a las especies como a las técnicas de cultivo, con especial incidencia en la acuicultura en aguas exteriores, en la acuicultura multitrófica integrada y en los sistemas de recirculación".
Con este nuevo articulado se intenta, además, garantizar el estado sanitario de los cultivos y ecosistemas acuáticos, procurar la preservación del medio, promover la optimización del procesos de comercialización y transformación, alentar el consumo de los productos acuícolas e incidir en la investigación científica.
A esto hay que añadir el fomento del asociacionismo en el sector acuicultor, la revitalización del tejido socioeconómico en las comunidades costeras" y el "fortalecimiento del tejido productivo".
Mar incide además, y en ello insistió hace semanas la conselleira Rosa Quintana, en que la nueva ley "pretende dotar de una seguridad jurídica apropiada a la acuicultura, simplificando los procedimientos administrativos en lo relacionado con la reducción de plazos para la concesión de los permisos de actividad".