"En conjunto, la plaza ha quedado bien, pero habría preferido un simple arreglo", revela Carlos Rey sobre la remodelación de esta céntrica zona.

El uso de este espacio también ha determinado su evolución. "En verano, a la hora de la fresca, muchos vecinos salían de sus hogares después de cenar y ocupaban algunos bancos", relata el gaiteiro. Según Rey, "la costumbre hacía que cada familia tuviese su propio asiento en la plaza".

La oportunidad de disfrutar de este enclave es uno de los aspectos en los que pone el foco Antonio Caeiro, del Faiado da Memoria, pues opina que este lugar "se ve, pero no se usa, no se procura que la gente lo toque".

Caeiro muestra su desacuerdo con la alineación de los bancos, ya que, según él, "recuerdan a los vagones de los trenes antiguos, no facilitan la visión del entorno, que debería ser otro de sus objetivos, y no solo el descanso".

La mayor queja de Caeiro se centra en la "escasa humanización" del parque, donde observa "demasiada piedra y muy poco verde en una tendencia constante a la eliminación de árboles y vegetación en la ciudad". Por otra parte, Caeiro admite su rechazo al reparto del empedrado, que "no une cada calle de acceso, sino que obliga a cubrir un recorrido extraño para cruzar la zona".

Francisca, vecina que reside allí desde hace 54 años y prefiere no revelar su apellido, sostiene en cambio que "el área peatonal ha quedado muy bien y el entorno ha progresado mucho".