Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La inquebrantable fe del cazatesoros

Gabriel Rivas dispone de un detector de metales con el que recorre la comarca

Gabriel recorre la playa de O Preguntoiro en plena faena. // I. Abella

Gabriel Rivas López es un joven de 16 años que disfruta prácticamente a diario de una afición muy singular como es la de buscar metales, consentida por su madre como adtmitió ayer a FARO DE VIGO. Resulta habitual ver al joven por las mañanas en distintas playas de la comarca ahora que sus obligaciones escolares se lo permiten. En ellas rastrea la arena en busca del pitido con el que su detector avisa del hallazgo de un metal.

Su pasión comenzó hace unos años en su Zamora natal. Allí, un vecino también muy aficionado a esta materia, le abrió las puertas a lo que se ha convertido en su principal pasatiempo. Afincado en Vilagarcía desde hace apenas tres años, no dudó en seguir adelante con su inquietud. Para ello se compró un buscador de metales por internet en el que invirtió 290 euros.

Desde entonces son muchas las horas que este estudiante del IES Cotarelo Valledor ha dedicado a su pasión. "Me informé mucho y lo sigo haciendo. La verdad es que cada vez me gusta más. Me entretiene y es una afición que recomendaría a cualquiera", apunta.

La playa de O Preguntoiro es su lugar favorito para la búsqueda. Las razones que lo explican son claras: "Es una playa de bandera azul en la que se concentra un importante número de gente cada día. Las playas en verano son los mejores sitios". Precisamente en alguno de los arenales de la comarca se produjeron sus hallazgos más importantes. "En As Sinas encontré una vez un anillo de oro y en A Compostela uno de plata, pero la mayor parte de cosas que encuentro son monedas que luego colecciono".

A través de la conductividad de las ondas en los metales, el campo magnético que irradia el detector genera un ultrasonido en las proximidades del posible hallazgo, "el aparato identifica los metales y el sonido es diferente en función de cada metal". Sin embargo una de las emisiones sonoras es la que produce más intriga a Gabriel. Es la que identifica el oro, pero también la hojalata, "esa es la que pita más a menudo, pero lo que más recojo con ella son anillas de latas de refrescos", afirma con resignación.

En la temporada invernal son los montes su hábitat natural de búsqueda. Allí, además de alimentar su afición por la numismática, también encuentra otros valores aparte de monedas. Para ello su trabajo de documentación previo también juega un papel importante, "hay zonas en Vigo donde hubo batallas durante la Guerra Civil. Allí encontré alguna bala de mosquete".

Con su futuro totalmente claro, "quiero ser soldado profesional", Gabriel reconoce que hacer de su afición un modo de vida es imposible actualmente en España. "Aquí si encuentras algo con valor arqueológico o patrimonial tienes que hacérselo saber a la Xunta sin nada a cambio. En cambio en Estados Unidos te pagan un porcentaje de la tasación de lo hallado y mucha gente allí se gana así la vida". De ahí que el único afán del joven no sea otro que seguir aumentando su colección de monedas.

Compartir el artículo

stats