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La ría de Arousa, con otros ojos

Los barcos de pasaje, con 500.000 usuarios al año, ofrecen un modo diferente de disfrutar Arousa

Escolares atienden a una 'clase' desde la batea. // Cruceros R.B.

El negocio de los barcos de recreo está plenamente consolidado en el puerto de O Grove, donde constituye una fuente de riqueza y empleo al tiempo que es una parte esencial de la oferta turística y promocional de la localidad; aunque también un aliciente extra para toda la comarca y la ría.

Empresas como Cruceros Rías Baixas reciben a lo largo del año a miles de personas llegadas desde diferentes rincones de España y Portugal -aunque también de otros países- dispuestas a surcar las aguas de la zona para descubrir sus encantos y, por qué no decirlo, los secretos que se esconden en la ría más productiva del mundo.

En estos barcos de pasaje de gran capacidad y dotados de visores submarinos es posible acercarse a bateas de cultivo de ostra y mejillón para ver de cerca cómo se desarrollan tan preciados productos.

Desde el barco, abarloados a los viveros, los navegantes pueden ver perfectamente las cuerdas y cestas en las que se desarrollan ambos productos, al tiempo que reciben todo tipo de explicaciones desde el propio parque de cultivo flotante.

Estas aclaraciones se acompañan de la posibilidad de ver desde dentro del agua -a través de los visores- las cuerdas que cuelgan del emparrillado de los viveros, de tal forma que es posible entender toda la riqueza ecológica que rodea estos artefactos.

Para que la lección sea lo más completa posible, y esto resulta especialmente interesante para los grupos de escolares y los turistas llegados desde otras regiones, sobre todo si carecen de mar, es posible saborear los mejillones a bordo, con lo que esto representa de promoción para el preciado molusco gallego.

Además de la visita a las bateas y la vertiente más festiva de estas singladuras, en la que puede incluirse esa degustación de moluscos regada con vinos y refrescos y amenizada con la música que suele acompañar las excursiones, las diferentes empresas encargadas de estos itinerarios -al menos nueve firmas con una docena de embarcaciones- ofertan otras opciones.

Y es que con la ría de Arousa como base de operaciones es posible acercarse a la otra orilla, la de Barbanza, e incluso remontar el río Ulla, siguiendo el trazado que, supuestamente, en su día hicieron los restos del Apóstol Santiago.

Sin olvidar la posibilidad de visitar el Parque Nacional de las Islas Atlánticas e incluso adentrarse en la ensenada de A Toxa y O Bao, elemento clave del Complejo Intermareal Umia-O Grove.

El paisaje, con una ría salpicada de bateas (2.200) que baña la costa de localidades como la grovense y la isla de A Toxa, es otro de los alicientes de este tipo de singladuras, al igual que lo es el contacto directo con la naturaleza.

En el caso de Cruceros Rías Baixas -que opera también en las rías de Pontevedra y Vigo- incluso ofertan colaboraciones especiales que permiten a sus clientes visitar el Acuario de O Grove y el Museo de la Pesca y la Salazón de Punta Moreiras.

No es extraño, por tanto, que decenas de miles de personas se suban cada año a estas embarcaciones que operan en O Corgo y que, como se decía anteriormente, constituyen un negocio plenamente asentado en la localidad.

Según diferentes estudios, estos catamaranes generan un centenar de empleos directos y pueden realizar alrededor de 310.000 viajes al año, con unos 500.000 turistas a bordo, lo que supone unos ingresos de más de dos millones de euros.

Así pues, son muchas las familias que directa o indirectamente dependen de los ingresos que les ofrece la actividad de estas naves; al igual que los hosteleros, comerciantes y responsables de otros muchos negocios que se benefician de la llegada a la localidad de esos miles de turistas que se sienten atraídos por las rutas en barco.

Las mismas singladuras que, por cierto, ya ofertan numerosos hoteles de O Grove como una parte más de la propuesta de ocio para sus clientes.

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